El pasado 27 de marzo tuvo lugar una sesión del Club de Debates Urbanos (CDU) dedicada a la regeneración urbana de título De la saturación inmobiliaria a la regeneración de la ciudad. Teresa Arenillas, presidenta del CDU y moderadora en aquella ocasión, nos ha remitido el texto correspondiente de la introducción que hizo a la mesa redonda en la que también intervinieron Álvaro Ardura, Agustín Hernández-Aja, Julio Alguacil y Iván Pajares.
Este escrito recoge un extracto de la mencionada presentación el que se da un interesante repaso de los origenes de la regeneración urbana y de la Declaración de Toledo, que acuñó el término Regeneración Urbana Integrada. Además de leer el artículo disponible a continuación, os recomendamos que veáis el vídeo de aquella sesión. Podéis acceder a él cliqueando aquí.
Regeneración Urbana Integrada: De la saturación inmobiliaria a la regeneración de la ciudad
por Teresa Arenillas
Entiendo que la formulación actual de la Regeneración Urbana Integrada deriva de la Declaración de Toledo de 2010 en la que los responsables de Desarrollo Urbano de la Unión Europea firmaron el denominado Documento de referencia de Toledo sobrela Regeneración Urbana Integrada y su potencial estratégico para un desarrollourbano mas inteligente, sostenible y socialmente inclusivo en Europa.
No es un documento salido de la nada sino que es el resultado de un largo proceso de debate europeo sobre la sostenibilidad urbana, y que surge con posterioridad a la definición de «desarrollo sostenible» del Informe Brundtland o al concepto de huella ecológica. Es una propuesta que se va construyendo a través de documentos como el propio Tratado de la UE de 1992, el Quinto programa de 1993, la Carta de Aalborg de 1994, el documento Hacia una política urbanade 1997, la Estrategia territorial de 1999, la Carta de Leipzig de 2007 o algunos más próximos como la Estrategia Europa 2020 elaborada en 2010 y la posterior Declaración de Toledo también de 2010.
Estos documentos van fijando, con más o menos acierto, algunas de las ideas que se irán consolidando en el debate abierto sobre los retos y las oportunidades de nuestras ciudades y nuestro territorio hacia un futuro menos insostenible que el actual. Y todos ellos hablan del impulso de los valores de «sostenibilidad» ambiental, eficiencia económica y equidad social como las tres «patas» fundamentales e inseparables de todo este discurso de la sostenibilidad. A estas «tres patas» iniciales se unirán «lo cultural» y la gobernanza como dos cualidades también imprescindibles.
Todos estos textos nos conducen a la propuesta de un modelo urbano compacto, complejo, diverso, respetuoso con su entorno, bien diseñado, poco consumidor de suelo, agua, energía y otros recursos, productor de pocos residuos y que da clara prioridad a la implicación de los ciudadanos, al gobierno integrado de la ciudad y a la evaluación de los resultados obtenidos en cualquier plan o proyecto.
La Declaración de Toledo deriva directamente de la Carta de Leipzig, que hacía hincapié en los barrios desfavorecidos, y de la Estrategia Europa 2020, y tiene como eje central la «Urbana Integrada. Además, en mi opinión, está muy vinculada a la crisis económica actual, del mismo modo que la «Conservación Integrada» definida en la Declaración de Ámsterdam del Patrimonio arquitectónico de 1975 nació de la crisis de 1973.
Incluso antes del 73, en los años sesenta del siglo XX se inicia en Italia, concretamente en Bolonia, una propuesta urbanística absolutamente innovadora que ya apostaba por la salvaguardia integral de la ciudad, contemplando el casco histórico como un ámbito unitario en lo arquitectónico, social, cultural y funcional.
De aquella actuación procede el recupero urbano italiano y también los primeros estudios españoles de Rehabilitación integrada en centros urbanos de 1980-1981.
El programa de recupero urbano se presenta como «el instrumento para transformar el tejido urbano consolidado y degradado, de manera que se favorezca una oferta mas equilibrada de los servicios y las infraestructuras y se mejore la calidad ambiental y arquitectónica del espacio urbano, a fin de eliminar la condición de abandono y degradación constructiva, ambiental y social que presentan determinadas áreas urbanizadas».
Del mismo modo, los programas piloto de rehabilitación españoles se definían como «conjunto de actuaciones coherentes y programadas, destinadas a potenciar los valores socioeconómicos, ambientales, edificatorios y funcionales de determinadas áreas urbanas y rurales, con la finalidad de elevar la calidad de vida de la población residente en las mismas, mediante medidas para la mejora de las condiciones del soporte físico existente, la elevación de sus sistemas de habitabilidad y la dotación de los equipamientos comunitarios y espacios libres de uso público necesarios».
Aquellas intervenciones, centradas casi siempre en centros históricos, buscaban, al igual que las propuestas actuales, una intervención integrada que abordase lo económico, social, ambiental y cultural. Si bien no se incidía de manera específica en algunos aspectos vinculados a la «sostenibilidad», como la disminución de consumo de recursos o de producción de residuos. Tampoco los temas energéticos eran considerados centrales. Fueron en algún caso propuestas interesantes aunque casi ninguna supo manejar bien los temas sociales o evitar la «gentrificación». De todos modos, estos proyectos se dejaron de lado con el final de aquella crisis y con la llegada de boom inmobiliario.
Pero de ahí también se derivó nuestro primer Decreto de rehabilitación de 1983, que extendió la idea de Rehabilitación Integrada no solo a cascos históricos, sino también a barrios desfavorecidos. Estos decretos articularon medidas normativas con otras de apoyo económico pero, a excepción de cuando se hicieron convenios concretos o se buscaron oportunidades de otras inversiones simultáneas, resultaron escasas para dinamizar en este sentido a una parte significativa del sector de la edificación.
En cualquier caso, se dejó esta línea como algo minoritario y se continuó promoviendo un urbanismo de expansión altamente consumidor de suelo, recursos energéticos y materiales, y gran productor de residuos. Un modelo que nos llevó a la burbuja inmobiliaria que todos conocemos.
Ahora, con la nueva crisis energética y económica, parece que vamos llegando un cierto consenso, no solo en que este modelo de desarrollo ya no es sostenible, también en que la «ecoeficiencia» de los nuevos desarrollos urbanísticos —por ejemplo, mediante los denominados «ecobarrios»— no es suficiente, y que la batalla principal de la sostenibilidad urbana se juega en la consecución de la máxima «ecoeficiencia» posible en los tejidos urbanos de la ciudad ya consolidada. En países con una saturación inmobiliaria como el nuestro parecería lo lógico no construir ni una vivienda más y dedicar todos los esfuerzos a la regeneración, tanto de barrios desfavorecidos como de zonas obsoletas o del propio desastre de nuestro litoral.
El esta línea, el Documento de referencia de Toledo concibe la Regeneración Urbana Integrada como un proceso planificado que ha de trascender los habituales enfoques parciales para abordar la ciudad como un todo funcional, con el objetivo de desarrollar y equilibrar la complejidad y diversidad de las estructuras sociales, productivas y urbanas, impulsando al mismo tiempo una mayor «ecoeficiencia» ambiental.
Este enfoque, que entiende la ciudad como un todo funcional que es mayor que la suma de sus partes, da enorme importancia a las interdependencias entre las partes y a las sinergias entre ellas. Asimismo, apuesta por la complejidad, compacidad, diversidad funcional, pluralidad e inclusión social, con el objetivo final de lograr un mayor equilibrio e integración entre todas las dimensiones de la «sostenibilidad».
Parece que dejamos a un lado la posmodernidad fragmentada para volver a enfoques más globales, aunque se nos advierte de que el enfoque global debe desarrollarse en acciones locales.
Por otra parte, la Regeneración Urbana Integrada pretende revalorizar todo el capital urbano existente (social, urbanístico, patrimonio edificado, etc.) frente a las propuestas de demolición que solo contempla en casos excepcionales. También apuesta con fuerza por la participación ciudadana y por las herramientas de evaluación y seguimiento adecuadas.
Teresa Arenillas es arquitecta y presidenta del Club de Debates Urbanos
http://www.clubdebatesurbanos.org/
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Vista aérea de Coin street. Ejemplo de regeneración urbana en Londres (fuente: http://www.ckarlson.com).
Imagen 2: La Declaración de Toledo: el «compromiso» de la UE a favor de una política urbana sostenible (fuente: http://www.tecnyconta.es).
Imagen 3: Plano de la tercera fase de la rehabilitación del barrio San Cristóbal de los Ángeles. Ejemplo de regeneración urbana en Madrid (fuente: http://www.madrid.es). Imagen 4: Barrio de La Mina. Ejemplo de regeneración urbana en Sant Adriá de Besós (fuente: http://www.barrimina.org).