Reglas, apreciaciones y otros desatinos

Por Illegalreturn

No conozco ninguna organización en el mundo del deporte profesional que esté más dispuesta a incorporar tecnología para juzgar de forma correcta las acciones que durante el juego suceden y, por tanto, aplicar el correspondiente régimen de sanciones, que la NFL. Ni la NBA, ni la FIFA -para qué decirlo!-, son tan abiertos como la National Football League. Fijaros que no solo se utiliza el video para revisar jugadas sino que se permiten las repeticiones "en vivo y en directo" en el propio estadio; hecho que, sin ir más lejos, prohibió la UEFA; ni tan siquiera son imaginables los problemas de orden público que ello provocaría en más de un terreno de juego europeo!. Pero como toda creación humana, la estricta aplicación del reglamento -aún con esos medios- no puede evitar que se sigan cometiendo errores, que algunas decisiones sean injustas o que las sanciones aplicadas sean, en algunos casos, excesivas y en otros, demasiado permisivas.
De lo general a lo concreto. Hace casi doce días que Tovar colgaba en su blog un interesantísimo artículo titulado "Reinventando la NFL". La preocupación del autor se centraba en, a su juicio, excesivo favorecimiento del juego de pase por encima del de carrera. Ese actual "incentivo aéreo" se conseguiría mediante una sobreprotección de los receptores y, por ende, un castigo excesivo a las defensas. Personalmente me da mucho miedo oir hablar de todo lo que sea reducir el interés de los equipos por el pase. Cuando los Cowboys de Aikman, Irvin o Thomas conquistan tres Super Bowl en cuatro años (1993, 1994 y 1996), yo abandoné la NFL. Quizá los puristas recordarán aquel equipo y considerarán que lo que escribo es poco menos que una infamia, pero aquel juego de ataque de los Dallas, basado casi en exclusiva en el juego terrestre de un monstruo del backfield llamado Emmith Smith, me aburrió hasta decir basta. Jugada tras jugada, down tras down, Troy entregaba el balón al imparable Emmith y éste atravesaba las defensas contrarias, una y otra vez y otra, y otra, y otra más, literalmente por donde le daba la gana. Serán los años y la mitificación que uno acostumbra a hacer de los jugadores más viejos, pero no puedo hallar en Chris Johnson, Adrian Peterson, Arian Foster, Darren McFadden, Frank Gore o DeSean Jackson, más que simples imitadores. Tanto me aburrí que acabé aborreciendo un juego mezquino, tremendamente lento y agotador para el espectador. Es cierto que seguir la NFL antes requería de un esfuerzo suplementario -eso de internet solo había hecho que dar sus primeros pasitos-, así que entre unas cosas (abuso del juego terrestre) y otras (aburrimiento), me olvidé de la National Football League. Y volví con los primeros ecos de los quarterbacks como pasadores y de la combinación de carrera y pase.
Así que supongo que será comprensible afirmar que, si hay que hacerlo, prefiero que el reglamento incentive y fomente el juego aéreo por encima del terrestre. Así creo que la solución al nudo gordiano de Tovar debería ser la simple aplicación del sentido común y en su defecto, la experiencia de los árbitros en este deporte. Las penalización por interferir sobre el receptor me parece ajustadísima y ponderada. Evidentemente si uno impide que un receptor llegue al punto de recogida, está anulando las posibilidades de que esta se concrete. La una única matización que debería tenerse en cuenta, a mi jucio es que todo debería quedar sometido a una apreciación: siempre que el pase sea atrapable. Si sería exagerado conceder un first down de 30 yardas para un pase cuyo receptor interferido jamás pudiera llegar, también sería igualmente injusto otorgar únicamente 15 yardas (solución canadiense) por un envío de 40 yardas cuando su destinatario estuviera en condiciones de capturar el balón. Y ya no os digo nada si ello hubiera dependido la suerte de un first down, meterse en la red zone o incluso anotar un touchdown. Este es en realidad el punto conflictivo para la NFL cuya reglamentación se empeña, una y otra vez, en eliminar la subjetividad del arbitraje, precisamente para evitar que las decisiones den paso a una selva de decisiones contrapuestas. La idea que Goodell tiene de los árbitros sería la misma que lo que la Justícia -como institución- concede a sus jueces, esto es, meros administradores de un reglamento en el que pretende que queden reflejados todos y cada una de las acciones que en el fútbol americano pueden darse. Pero eso es imposible en tanto y cuanto, como he dicho antes, estamos intentando considerar la casuística humana. Por tanto, cualquier consideración debe tomarse en su propio contexto. Bajemos a la arena y entremos en el detalle. El partido de este domingo entre Eagles y Colts es buena prueba de esa consideración en base a la situación: revisión de jugadas & protección de los jugadores.
La revisión de jugadas es una excelente herramienta sometida al yugo de la improvisación. Como planteamiento, debería ser genial poder re-arbitrar una acción observando las imágenes, una y otra vez, desde varios puntos de vista. Ocurre que todo queda en agua de borrajas cuando la normativa impone un punto de partida que desvirtúa todo el proceso: permanecerá la decisión que sobre el campo se ha tomado a no ser que se tenga la certeza absoluta, de que se ha incurrido en error. Es decir, que cuando el QB Michael Vick anota un touchdown, clarísimo en directo, y los árbitros lo conceden, para que la decisión se reconsidere será necesaria una imagen imposible de obtener. Esa imagen debería mostrar a Vick sobrevolando la línea de anotación y su posición sobre la vertical de la misma, imposible ya que hay jugadores de ambos equipos luchado por la jugada. Por tanto, se sigue concediendo un doble valor a la decisión tomada en el momento sobre las grandes dudas que las imágenes nos infunden. No tiene ninguna lógica.

Austin Collie, cazado legalmente por la defensa de los Eagles


El último punto a tratar se refiere a la protección de los jugadores. Es un tema espinoso porque, al fin y al cabo hablamos de personas pero no por ello renunciaré a un claro posicionamiento: los jugadores saben cuales son los riesgos de la práctica de este deporte; les va en el sueldo. El equipamento deportivo -como bien comentaba Zanoni-, ha evolucionado tremendamente en las últimas décadas. La normativa fija una serie de normas para los placajes y acciones violentas, castigando duramente al jugador (y al equipo) infractor, pero nunca se podrá evitar que un quarterback -o cualquier otro jugador- reciba un golpe demasiado tarde o demasiado duro; o incluso en ninguno de los dos casos, dos golpes simultáneos en sentidos contrarios, o un impacto no esperado contra el suelo que le comporte un grave perjuicio. Lo que por tanto debemos evitar son situaciones que caen en lo ridículo: mientras vemos auténticas masacres sobre algunos quarterbacks, ayer se sancionó un leve manotazo de Trent Cole sobre Peyton Manning pero fue perfectamente legal el triple golpe que nos hizo temer por la suerte de Austin Collie (Quintin Mikell, Kurt Coleman y... el suelo). Si lo que queremos es evitar cualquier riesgo habría que derruir la NFL para dar paso a la NFFL (National Football Flag League), pero sospecho que no nos ofrecería el mismo espectáculo. Incluso estadísticamente, la comparación entre la cantidad de tackles realizados por todos los equipos de la competición durante una temporada y la cifra de lesionados graves, es suficientemente significativa. Más allá aún: a menudo, los golpes más brutales que el espectador podría señalar no son, ni de lejos, los que causan un mayor perjuicio al atleta. 
Repitámoslo de nuevo: es imposible salvaguardar la integridad física con absoluta garantía porque el fútbol americano es, en su naturaleza propia, un deporte de alto contacto y si se va más allá en este tipo de limitaciones, se está yendo contra la misma base de este deporte.