El segundo coro marchaba hacia la izquierda, y yo iba tras ellos con la mitad del pueblo por encima de la muralla, pasando por la Torre de los Hornos, hasta la Muralla Ancha, y por la Puerta de Efraín, junto a la Puerta Vieja, junto a la Puerta del Pescado, y la Torre de Hananeel, y la Torre de los Cien hasta la Puerta de las Ovejas, y se detuvieron en la Puerta de la Guardia. Luego los dos coros tomaron su lugar en la casa de Dios. También yo, y la mitad de los oficiales conmigo, y los sacerdotes Eliacim, Maasías, Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías y Hananías, con trompetas, y Maasías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. Los cantores cantaban, con su director Izrahías. Aquel día ofrecieron gran cantidad de sacrificios y se regocijaron porque Dios les había dado mucha alegría, también las mujeres y los niños se regocijaron. El regocijo de Jerusalén se oía desde lejos.
Aquel día fueron designados hombres a cargo de las cámaras destinadas a almacenes de las contribuciones, de las primicias y de los diezmos, para que de los campos de las ciudades, recogieran en ellas las porciones dispuestas por la ley para los sacerdotes y Levitas. Pues Judá se regocijaba por los sacerdotes y Levitas que servían. Ellos ministraban en la adoración de su Dios y en el ministerio de la purificación, junto con los cantores y los porteros, conforme al mandato de David y de su hijo Salomón. Porque en los días de David y Asaf, en tiempos antiguos, había directores de los cantores, cánticos de alabanza e himnos de acción de gracias a Dios. Y todo Israel, en días de Zorobabel y en días de Nehemías, daba las porciones correspondientes a los cantores y a los porteros como se demandaba para cada día, y consagraban partepara los Levitas, y los Levitas consagraban parte para los hijos de Aarón. Nehemías 12:31-47
Que hermoso ver a todo el pueblo alegre por lo que acontece, ver a todos unánimes y en un mismo espíritu, cuantas veces durante los servicios de la congregación pareciera que los únicos felices son los del grupo de alabanza, mientras los demás no se alegran, o cuando a un hermano le pasa algo bueno, ¿nos alegramos por él?
Lo único en lo que puedo pensar en este momento es en lo que el apóstol Pablo dice en Filipenses 4:4 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!”, cuanta verdad hay en el gozo, cuan necesario es que aprendamos a ser personas que lleven su Cruz cada día, pero no para andar con la cara demacrada y deprimidos, pero gozosos, porque hacer la Voluntad de Dios, así nos cueste lagrimas y la vida misma, siempre será motivo de un profundo gozo.
¡Regocijaos!