La relatividad del tiempo es un concepto mucho más sencillo de entender de lo que algunos nos han hecho creer. Olvidémonos de si el observador está aquí o está allá o si está quieto o se mueve. Los observadores, vosotros, yo, nosotros, estamos todos muy quietecitos y en el mismo sitio, aquí, uno al lado del otro, con la mirada puesta en estas mismas palabras que, por muy dispares motivos, terminan congregándonos de vez en cuando. La relatividad del tiempo es algo muy sencillo. Todos podemos poner paradójicos ejemplos de cómo hemos vivido instantes eternos, días que nunca acaban (o a los que les faltan horas) o hemos mirado el reloj y nos parecía que las agujas no se movían. ¿Todas estas suponen, o no, muestras de la relatividad del tiempo?
Pues, de la misma forma, me pregunto, ¿es mucho o es poco tiempo un mes y medio? La respuesta no puede ser otra: relativamente. Es un lapso pequeño en el conjunto de lo vivido o mucho si se trata del tiempo de espera para lograr lo vehementemente deseado. ¿Y para acercarse a la Geografía de la frontera? ¿Es mucho, poco o todo lo contrario? Algunos ni se habrán dado cuenta de la ausencia y a otros, entre los que he de incluirme, nos ha parecido un periodo exageradamente largo. Pero... quizá es lo que tocaba.
Regreso. Y lo hago mirando al futuro. Porque el pasado, el más reciente, ha sido muy desalentador, encontrando en él a mis amigas las agencias de calificación, que no han perdido el tiempo en estas semanas y a las que siempre deberemos estar eternamente agradecidos por alimentar impúdicamente la avaricia de unos pocos. O mis queridos amig@s del PP, que quieren las elecciones para ayer, esté como esté el país. O Siria, o Camps... O hasta Almansa, amodorrada por los calores y por un gobierno desaparecido, física y espiritualmente. Regreso. Espero no volver a desaparecer de manera tan prolongada.