Haciendo autobombo, es un post mu bonico, con muchas estampas y vídeos chiripitifláuticos que os darán una idea rápida de cómo hemos evolucionado desde la fresquera y la cocina de carbón hasta el horno pirolítico.
El viaje en el tiempo culinario queda reflejado en este montaje que me quedó tan simpático que estoy metiéndolo hasta en la sopa.
Un vídeo publicado por Ana (@biscayenne) el 19 de Oct de 2015 a la(s) 12:42 PDT
Una de las cosas más divertidas con las que me topé mientras me documentaba fue el concepto de retro-futuro. Es decir, cómo se imaginaban hace años que iban a ser las cosas en el siglo XXI. Ya sabemos que "Regreso al futuro" acertó en algunas profecías y en otras no, pero hay ejemplos menos fantásticos y más cañís, como la cocina automática que aparecía en "Las que tienen que servir". Una película de José María Forqué de 1967 en la que Conchita Velasco, Amparo Soler Leal y Lina Morgan hacen de sirvientas en la casa de unos ricos americanos en la base militar de Torreón de Ardoz.
Allí tienen que usar una cocina futurista digna de aparecer en los anales de "lo que iba a ser pero resultó que no", porque a día de hoy no tenemos aún ni pantalla en la que elegir el menú ni dispensadora electrónica de alimentos.
En los años 50 y 60 parece ser que la humanidad gastó mucho tiempo y energías en adelantarse a su época, porque se hicieron múltiples diseños de la cocina del futuro. En el cortometraje "Year 1999 A.D." aparece una familia ideal de la muerte viviendo en una casa perfecta y súper tecnologizada. La madre no se mancha ni las manos: elige el menú con la ayuda de un ordenador y la comida sale ya hecha de una especie de línea de montaje, con opciones distintas para ella, para el marido y para el niño. Con platitos rosas, azules y verdes, no se vaya la mujer a confundir.
En otro vídeo promocional de los cincuenta las mujeres del futuro siguen llevando delantal pero tienen a su disposición soluciones que ya las quisiera yo para mí. Una encimera que se sube y se baja, estanterías y cajones que se abren al pasar la mano delante de ellos y una pantalla (¡cómo no!) a través de la que visualizar el menú.
En lo que fallaron estos visionarios fue en no adivinar que en el 2015, por fin, guisar no sería una tarea exclusivamente femenina. Aunque fregar siga siendo igual de tedioso.