«Reikiavik», de Juan Mayorga

Publicado el 09 octubre 2015 por Juliobravo

La historia del mundial de ajedrez que disputaron en 1972, en Reikiavik, el estadounidense Bobby Fischer y el ruso (entonces soviético) Boris Spassky es verdaderamente fascinante. No solo por la singular personalidad de los dos jugadores, sino porque sobre aquel tablero se dirimían muchas otras cosas que la victoria deportiva. Eran los tiempos, no se olvide, de la guerra fría, y tanto Fischer como Spassky fueron tomados como mascarones de proa de sus respectivos gobiernos, y el triunfo utilizado para sacar pecho ante el enemigo y ante el mundo.

A Juan Mayorga -¿hace falta decir que es uno de nuestros más importantes autores?- la fascinación por aquella partida y aquellos personajes le viene de lejos, de su infancia entre crónicas del ABC en las que aprendió a leer, según sus propias palabras. Y partiendo de esos jugadores anónimos que se reúnen en torno a un tablero de ajedrez en los parques de todo el mundo ha construido la historia vertida en «Reikiavik», estrenada en el teatro Valle Inclán. 

Dos de esos personajes son los protagonistas de su obra; a ellos se suma un joven atrapado por la historia que los dos hombres le cuentan, y que no es otra que una recreación de aquellas históricas partidas. Mayorga se vale de ella para ahondar en otra de sus fascinaciones: la asunción de la vida de los demás, el juego teatral que supone vivir otras vidas, conocer otras realidades, soñar otros mundos.

Con esta sencilla historia, en la que quiero pensar que el autor se ha reservado, con nostalgia, el papel del joven fascinado por el juego que se le propone (y que encarna una magnífica actriz, Elena Rayo), Juan Mayorga compone un deslumbrante ejercicio escénico. En él los dos actores, César Sarachu y Daniel Albaladejo, se arrojan al vacío en un trabajo tan brillante como entregado y agotador; además de hipnótico.

El Mayorga director de la función es un magnífico cómplice del Mayorga autor. Con una extraordinaria economía de medios, compone un espectáculo dinámico, poderoso y magnético, capaz de atrapar al espectador como el más atractivo de los thriller y de emocionarle como la más tierna historia de amor.