La designación de José Ignacio Wert al frente del ministerio de Educación, Cultura y Deporte dice mucho (todo) sobre la importancia que da el Gobierno a estas materias: ninguna. Dice Wert que los presupuestos de Educación son “los óptimos” para las actuales circunstancias, precisamente cuando éstas exigen un mimo especial hacia la cultura y la educación para salir de esta crisis en las que nos han metido precisamente, gentes sin cultura ni educación, aunque, eso sí, con amplios conocimientos adquiridos en uno o más másters en dirección de empresas.
Con ello desprecia este ministro bufón a uno de cada 25 niños que sólo en Catalunya padece malnutrición a causa de la crisis: sólo realizan la comida central del día. Uno de cada cuatro tampoco dispone de material escolar ni ropa adecuada a la época del año. Lo dice un estudio de la Federació d’Entitats d’Atenció i d’Educació a la Infància i l’Adolescència (Fedaia). Imposible hacer zapping y cambiar de canal porque no están en un poblado polvoriento de África ni en un claro del bosque de la selva amazónica. Están aquí entre nosotros en 3D y nos cruzamos con ellos en la calle cada día. Tienen sólo unos pocos años de vida y ya cargan con una pesada mochila a sus espaldas. Y los vemos y oímos correr por los parques, cambiar cromos o gritar que les pasen la pelota, pero Wert, que debió ser el niño pijo de la clase, nunca quería pasar la pelota. Ahora que ha crecido sigue carcajeándose del resto y tirando pelotas fuera y ofreciendo un diálogo, cómo no, franco.