Reivindicando a Conchita y su pop nacional

Por Popelera

Por Javier Silvestre.

El pasado 30 de marzo, tuve la suerte de poder acudir al concierto de Conchita en Barcelona, patrocinado por Cadena 100. Siempre he sido fan de la madrileña, pero ayer me di cuenta del alcance de su música y de que más de las canciones que pensamos de esta artista forman parte del imaginario colectivo. ¿Quién no sería capaz de tararear el estribillo de “Puede ser” o de “Tres segundos”? Es más, el single de presentación de su último disco, “Las ocho y diez” es la típica canción que no te puedes quitar de la cabeza.

En dicho concierto se pudo ver a una Conchita alegre y entusiasta que nos demostró que tiene más temas alegres de los que recordamos. Desde “La Guapa de la fiesta”, hasta “Voy a estar bien”, pasando por la mencionada “Puede ser”. Encadenó temazo tras temazo dando protagonismo sobre todo a su primer y a su último disco, aunque sí que hubo ausencias muy evidentes como “Nada que perder” (probablemente su canción más conocida) o “Tralará” (hubiese sido un digno final de concierto, en lugar de haber terminado con “Tonta”).

Conchita brilló con un repertorio que ha desarrollado a lo largo de estos diez años con una serie de discos que han mostrado una evolución evidente. Desde que lanzó su primer álbum allá por 2007 con singles como “Tres segundos”, “Nada que perder” o “Puede ser”, se postuló como una cantante de pop acústico y ligero en el que su voz tomaba un gran protagonismo debido a su tono aniñado. Se trataba de un disco tranquilo y sin pretensiones en el que las letras tenían un gran protagonismo, aspecto que ha ido manteniendo a lo largo de todos sus trabajos discográficos.

La cantautora siguió desarrollando su estilo musical con un segundo disco llamado “4000 palabras”, el cual siempre ha pasado algo desapercibido. No entiendo a qué se debió aquello porque me parece que el disco contaba con grandes temas como “Tanto tiempo”, “Tan despacio” o, mi favorita, “Cambiemos la historia”.

No obstante, para mí su mejor disco siempre será “Zapatos nuevos”. Ese disco creo que constituye a la Conchita que hoy en día conocemos porque mantuvo su esencia, con toques que en aquel momento eran muy actuales e incluso con alguna pincelada alternativa (eso sí, sin perder su esencia de pop acústico). Sus singles son canciones vitales y extremadamente pegadizas; ahí está “La guapa de la fiesta”, que con el tiempo se ha convertido en un must de su repertorio, y “Balones por los aires”, un canto a la esperanza que hace vibrar a quien la escucha. Pero la cosa no quedaba ahí, pues en el disco también había grandes momentos, como “Vete”, “Como si nada”, “Loca” o “No hay más”.

Además, también nos sorprendía con la inclusión de una canción en francés (“Dis, quand reviendras tu?”), vertiente que desarrolló con un proyecto junto a su productor Pablo Cebrián llamado Chansons d’hiver y que debería haber tenido mucha más repercusión, pues el sencillo “Deux oiseaux” (que increíblemente apenas tiene visitas en YouTube) resulta un cambio de registro bastante interesante, acercándose más al indie que a las melodías a las que siempre nos ha tenido acostumbrados.

Si es cierto que con su disco “Esto era” hubo menos margen para sorprender después de “Zapatos nuevos” y que representa un gran paso en su carrera discográfica, pues a partir de entonces pasó a publicar sus sellos de manera independiente con la discográfica indie Arcadia Music. No solo eso, sino que desde entonces sus discos han contado con ediciones físicas maravillosas, con unos formatos preciosos y que uno debe tener no solo por ser fan de Conchita, sino también por lo bonitos que quedan puestos en la estantería.

Pero el mayor motivo de que hoy esté reivindicando a Conchita es que con su último disco, “Incendios”, la cantante ha demostrado que el hueco que se ha hecho en el panorama español se lo ha ganado muy merecidamente. Este disco mezcla la modernidad del panorama actual con su personal visión de la música, llevando a un nuevo nivel sus canciones. De este modo, encontramos “Lo hicimos”, una canción que jamás habríamos imaginado en la boca de Conchita, y a la que hay que sumar la exquisita “Incendios” (una de las declaraciones más bellas jamás cantadas). Sí que “Las ocho y diez”, “Julio y Fina” o “Donde no duela verme” resultan más continuistas, pero no por eso son peores.

Incendios

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Con este disco, Conchita nos ofrece un conjunto de canciones que deberían tener más repercusión y cuya intensidad y sensibilidad acaba calando, entre otras cosas, por la profundidad de sus letras. “Cuando se trata de elegir”, “Invasiones”, “Rodeando precipicios” y muchas más constituyen una buena muestra de la grandiosidad lírica de esta cantante. Es más, este aspecto ha conseguido ser una de las señas de identidad de Conchita. Creo que es algo difícil porque todos los cantantes van contando historias diferentes a lo largo de sus discos y de sus canciones y, normalmente, es muy frecuente encontrar puntos en común en sus melodías o en la instrumentación, pero no tanto en las letras. Esas pequeñas manías (por llamarlo de algún modo) que la autora tiene a la hora de expresarse la hacen más única, cosa que muy pocos consiguen; solo algunos han sabido mantener su estatus dando continuidad a una línea lírica durante tantos años. Algunos de los ejemplos más claros que se me vienen a la mente son Fangoria o La Oreja de Van Gogh.

Por todo ello, hoy quiero reivindicar a Conchita como cantante fundamental del panorama español. Canta bien y tiene una voz personal, al igual que sus letras. Ha sabido conjugar su esencia con los sonidos actuales siendo ella misma en todo momento. Ha mostrado una evolución musical digna. Pero sobre todo, nos ha dejado a lo largo de estos diez años una cantidad considerable de temas con los que emocionarnos y también con los que divertimos. Esperemos que con este artículo mucha más gente conozca a Conchita, que, además, demostró ser una persona increíble acercándose y saludando a todos sus fans después del concierto.