Me indigna, entristece y espanta a partes iguales la capacidad de una parte no pequeña de la población española para demostrar, una vez más, que esta sociedad está justamente donde merece: en un redil para ciudadanos lanares que no levantan la mirada más allá de lo que les dejan los políticos, los medios de comunicación, y los dueños y señores de todos ellos.
Frente a tanto comportamiento lanar, afortunadamente hay españoles que se están organizando bajo la dirección de diferentes despachos de abogados para pedir responsabilidades por una gestión que, más allá de un comportamiento negligente, en no pocas ocasiones llega a ser presuntamente criminal, si nos atenemos al resultado de muerte de miles y miles de españoles, a la ruina de decenas de miles de empresas, de empleados y de autónomos, y a un quebranto de la economía que dejará a la crisis de 2008 simplemente como una mala anécdota.
Desde hoy, el aprecio y el apoyo que dedico a los profesionales y voluntarios de todo ámbito que están combatiendo la pandemia de algún modo, lo extiendo también a quienes están dedicando otra parte de su tiempo en preparar documentadas y concienzudas demandas y querellas para que, una vez todo esto termine, quienes, por su irresponsabilidad y quien sabe con qué otras intenciones, han llevado a la nación, otra vez, al borde del abismo, sean llevados ante los tribunales.
No es venganza. Es justicia.
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