Alguien que me aborda es alguien que quiere algo, que tiene algo que cambiar por algo que Spara él es de mayor valor, que tiene metida una idea entre ceja y ceja. Los veo venir de lejos. Vienen a venderme algo. ¡Gracias! No necesito nada. ¡Volved en otra ocasión! Cuando volváis de nuevo, no fallaré el golpe. Estaré repleta de serpientes y os las lanzaré a la cara. Cuando necesito algo, lo cojo, como un grandullón. Nunca pregunto. Nunca perdono. No sonrío ni antes de coger ni después de haber cogido.
Solo encuentro momentos verdaderamente felices en mi soledad. Mi soledad es mi palacio. Allí tengo mi silla, mi mesa, mi cama, mi viento y mi sol. Cuando estoy sentada fuera de mi soledad, estoy sentada en el exilio, estoy sentada en un país engañoso. Estoy orgullosa de mi palacio. Me entrego en cuerpo y alma por mantenerlo cálido, agradable y resplandeciente, como para recibir mariposas y aves. Si tuviera más orgullo, aniquilaría con unos cuantos asesinatos a los que comprometen el bienestar de mi soledad, a los que hacen resoplar el odio en su chimenea, a los que cuelgan la tristeza de sus ventanas.
Réjean Ducharme. El valle de los avasallados. Ediciones Doctor Domaverso, 2009. Traducción y prólogo de Miguel Rei. Diseño y ejecución de cubierta: Enrique Martí y Paco Navas. En la portada: Relieve nº 388A. Obra original de Francisco Ferreras.