El documento en cuestión, de indudable valor histórico, se compone de dos hojas escritas en su anverso y reverso e impresas en Sevilla, en 1619. Narra la crónica de un suceso acaecido en la localidad de Constantina, pueblo de la Sierra Nortesevillana, donde un condenado a muerte sobrevive tras ser ahorcado y logra librarse del castigo. Más que el hecho descrito, de carácter anecdótico, destaca para los investigadores el uso del castellano antiguo y la aparición en la segunda mitad del siglo XVII de los prolegómenos del periódico, entendido como la publicación impresa, con periodicidad más o menos regular y bajo un título, que está destinada a un público lector que se pretende masivo, aunque indeterminado y anónimo, para informarle de acontecimientos recientes que pudieran interesarle, bien por su trascendencia económica, política, militar, comercial, religiosa o, en este caso, social y anecdótica. Desde ese punto de vista histórico y documental, la relación de sucesos recuperada tiene un incalculable valor y constituye una riqueza patrimonial que vuelve a estar a disposición de los estudiosos en el Archivo Histórico de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
Gracias a documentos como éste se consigue esclarecer las características fundacionales de lo que será, andando el tiempo, el producto periódico que hoy conocemos. Son ejemplos de los latidos iniciales que se generaron a partir del deseo de comunicar y recibir noticias a un público cada vez más numeroso y sediento de información por interés o curiosidad. Los avisos, las cartas y las relacionesconforman esas publicaciones de carácter informativo que constituyen los antecedentes directos de las gacetas, producto ya plenamente periodístico, como señalan María Cruz Seoane y María Dolores Saiz en su libro Cuatro siglos de periodismo en España (Alianza editorial).
Entre "menantis", amanuenses e impresores se editan todo tipo de impresos, como relaciones, avisos, gacetas, almanaques o guías, que eran vendidos en los propios establecimientos de impresión o de forma ambulante por los ciegos. Así surgen las primeras formas primitivas de un periodismo que, hoy, recordamos gracias a la recuperación de esa antigua hoja impresa conocida como relación de sucesos. ¡Bendita sea!