A unos cuantos días de haber celebrado el Día del Padre, y pensando en la gran cantidad de padres e hij@s que interactúan diariamente en la empresa familiar, aquí les comparto cuatro consejos esenciales que sin duda alguna mejorarán su relación y colaboración.
Número 1: Los padres deben ser pilares; no murallas.
Todos los hij@s tendemos a compararnos con nuestros padres. Y, aunque durante algunos años de nuestra vida éste puede ser un ejercicio de auto-motivación, si se vuelve un hábito terminará convirtiéndose en rivalidad (competir en todos los ámbitos), frustración y envidia (si no se logra superar al padre) o prepotencia (si los estándares han sido rebasados).
Por ello, un hij@ no debe compararse eternamente con su padre tratando de superarlo; y un padre no debe empeñarse en hacer de un hij@ lo que no es-i.e. hacerlo empresario (igual que él) cuando no ha nacido para esto.
Número 2: Los hijos deben querer y poder; no sólo querer.
Querer (deseo) y poder (capacidad) son cosas diferentes. Y aunque usualmente van de la mano, existen ocasiones en que a pesar de la capacitación y el esfuerzo, los resultados no se dan. Es precisamente en estos casos en que debemos evaluar como padres e hij@s si realmente nos conviene seguir colaborando juntos en el negocio de la familia.
¿No será que podría estar haciendo lo que realmente me gusta y me sale bien en otro lado? ¿No será que el patrimonio familiar estará mejor gestionado por alguien más? ¿No será que nos llevaremos bien si dejamos la relación profesional de lado y volvemos a ser solamente padre e hij@?
Número 3: Las expectativas deben ser compartidas; no sólo intuidas.
Tal vez en un futuro podamos utilizar la telepatía para leer el pensamiento del otro; no obstante, mientras tanto, deberemos PREGUNTAR.
Y es que, aunque suene difícil de creer, pocos padres e hij@s formulan sus expectativas en temas de trabajo (jefe-colaborador) cuando comienzan a laborar juntos. Ambos asumen que saben lo que el otro espera. Y esto último, suele NO ser cierto. Es diferente ser padre a ser jefe; y ser hij@ a ser colaborador.
Número 4: La experiencia no se impone; se gana.
Bien dice el dicho que "nadie escarmienta en cabeza ajena", así que, aunque Usted pueda resolverle la vida a su hij@ y solucionarle los problemas, déjelo que aprenda. Por otro lado, también es posible que la solución que su hij@ encuentre (sin su ayuda) sea innovadora y diferente ¡Pruébelo!, tal vez lo sorprenda.
Darle espacio a la siguiente generación para que se equivoque (controladamente) no sólo forjará su carácter, sino que también le permitirá a Usted evaluar su potencial y posible plan de carrera.
En conclusión, mientras la indiferencia, el desgaste emocional y la rivalidad entre padres e hij@s son la base del fracaso en la empresa familiar; la tolerancia (prudencia en comentarios y visiones), la presencia (disciplina y constancia continua) y la no-competencia (no crear negocios iguales o similares al de origen) entre las generaciones son la base del crecimiento.
* La autora es socia de Trevinyo-Rodríguez & Asociados, Fundadora del Centro de Empresas Familiares del TEC de Monterrey y Miembro del Consejo de Empresas Familiares en el sector Minero, Petrolero y de Retail.
Fuente http://www.elfinanciero.com.mx/monterrey/relacion-padre-hij-en-la-empresa-familiar.html