Parece que, en este sentido, la ley está redactada por adultos que menosprecian las relaciones con menores de edad para todo, menos para joder. Al parecer, sólo los órganos genitales de una niña están plenamente desarrollados para cumplir con su función biológica, aunque el cerebro y el resto de su organismo no dispongan de la misma autonomía plena y tolerada. Y sólo el rechazo social lleva al disimulo en este tipo de situaciones que, en otras épocas, eran utilizadas para emparejar reinos, familias y fortunas mediante el casamiento acordado con menores en edad de merecer... ser mercancía.
Lo grave del suceso que comentamos no son las contradicciones que pone al descubierto de una sociedad hipócrita, sino el fatal desenlace en una menor que ha pagado con su vida la confusión obsesiva y patológica que esas contradicciones generan en quienes, con edad mental aún más reducida, se les consiente entablar relaciones con menores de edad. Luego culpan al loco de la locura, no al manicomio que engendra dementes de cualquier edad.