Revista Cultura y Ocio

Relaciones de trabajo y ética humanista sin justicia y verdad ( micro-ensayo)

Publicado el 02 diciembre 2018 por Jblor8
Relaciones de trabajo y ética humanista sin justicia y verdad

por

Juan B Lorenzo de Membiela



Si los valores clásicos han permitido alcanzar un alto grado de civilización, proscribiendo la barbarie ( hasta cierto punto)también han facilitado que el« poder »los aproveche en interés no del estado-nación sino de quieneslo detentan.  

Los creados por el postmodernismode marcado carácter económico (hedonismo, consumismo, libertadsin responsabilidad, relativismo), al prescindir del valor persona sucumbe ante una cruentainsolidaridad que atomiza la sociedad.

Relaciones de trabajo y ética humanista sin justicia y verdad ( micro-ensayo)

Fuente: Pixabay. Licencia CCO

El consumismo, por ejemplo, se alzacomo una solución« de posibilidades»pero conviertea la persona en un input económico, a una cosificación rechazable por el trasfondo totalitario que encierra. El PIB, concretamente, incluye el consumo como uno de sus factores que lo cuantifican positiva o negativamente. No sólo los totalitarismos ideológicos, también los totalitarismos emocionales, generados por el   neoliberalismo y las nuevas estrategias políticascuestionan el axioma de Francis Fukuyamasobre el fin de la historia trasla caída de los países comunistas.

La concepción tradicional de lo que ha sido una relación de trabajo ha cambiado. Y con ello los valores que la cimentaban: la lealtad, la lucha por unos objetivos, el compromiso, la confianza, el valor, lapertenencia a una organización, el compañerismo, la generosidad, el sacrificio, el esfuerzo.Como reflexiona Giddens sobre estudios de Sennett[1], cuando la vida se convierte en una serie de ocupaciones autónomas e independientes, el largo plazo no existe, no se crean vínculos sociales y la confianza es fugaz.Es lo que han denominado corrosión del carácter, valores del «capitalismoflexible »: la contingencia de lo responsable, que como categoría moral se difumina. Para Durkheim, en elsiglo XIX, el trabajo fragmentado conduce a laanomia   por no tener sentido.La ambigüedad, la incertidumbre y la negación del fracaso, como explica   Helena Béjar[2], son nuevos principios. Ypor ello,sustitutos de otros contrarios que enriquecían el espíritu del hombre haciéndolo más libre, pero unalibertad con responsabilidad. No es fácil[3].

Estos cambios culturales paraKonrad Lorenz constituyen la« neofilia »: gusto por lo novedoso y relajación de jerarquías [4] yen consecuencia, rechazo de lo conocido. Este comportamiento, propio de sistemas inmaduros[5],convulsiona como mecánica para   adecuar su capacidad presunta a sucapacidad real. 

Junto al rechazo de valores tradicionales, la globalización económica juega en contra de los países occidentales y de su estabilidad. Hoy ante incertidumbres ideológicas y sociales  cabe referir las reflexiones  de Joan A. Martínez en su  recensión a un  estudio de  Romanet y Aguirre[7], en el que  el miedo al futuro y el desamparo   dibuja un panorama construido sobre las siguientes  características:a) Regresión intelectual debida al ascenso del irracionalismo.b) Vulgarización y uniformización de los contenidos culturales en beneficio de la desinformación que fundamenta una mayor manipulación.c) Relativismo cultural que, bajo la coartada de defender la multiplicidad de culturas, atomiza los valores y socava la idea de unos derechos humanos universalmente válidos, amenazando incluso a aquéllos ya reconocidos e instituidos.d) Búsqueda de identidad por el desarraigo general que motiva una crisis conceptual e intelectual.e) Progreso material sin progreso moral.f) Futuro social sin ética humanista, justicia y verdad.La pregunta es ¿qué consecuencias producirá esta situación? No quiero pensar que todo será aprovechado por los profesionales de la politica para conservar sus privilegios y su poder para excluir a disidentes.



[1] Sennett,R., La corrosión del carácter, Anagrama, Barcelona, 2000.[2] Béjar, H., en la crítica al estudio de Sennett, La corrosión del carácter, Revista Española de Investigaciones Sociológicas , 2000, 91, p. 189 y ss..[3] Cfr.Bauman, Z., Ética posmoderna, cit.,p. 277.[4] Lorenz, K., Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada, RBA, Barcelona, 2011.[5] Grande del Brío, R., Las bases ecológicas del comportamiento humano, Tundra, Valencia, 2008, pp. 101 y ss..Los sistemas maduros son aquellos que se encuentran en armonía.[6] Chiavenato, I., Introducción a la teoría general de la administración, 7ª edic., Mcgraw, México, 2009, p. 504.[7]Martínez, J.A., recensiónsobre «Aguirre, M., y Ramonet, I.: Rebeldes, dioses y excluidos. Para comprender el fin del milenio, Icaria, col . Más Madera, Barcelona, 1998 » .Anuario de Filosofía del Derecho, 2000, t. XVII, pp. 555-58.


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