¡Cirugía! —dije para mis adentros—. Quitar lo que estorba. Esa era la clave. Cortar y no añadir nada. La solución al problema, tanto en medicina como en literatura. Pues nada. Me dispuse a llevarlo a la práctica. Manos a la obra. Cogí el “bisturí” y quité lo que sobraba. Y así quedó finalmente el relato: “Juan vivía en una casa del extrarradio de una gran ciudad. Su escaso poder adquisitivo no le permitía el lujo de alquilar algo más céntrico. Tampoco era imprescindible. Como su trabajo consistía en hacer gestiones desde su teléfono y su ordenador, no le resultaba fundamental acercarse al centro, salvo en aquellas circunstancias en las que, por motivos personales, de salud o de ocio, le era imprescindible hacerlo. Aquel fatídico día, un viernes trece que quedará escrito a sangre y fuego en su piel, tuvo que cogerel autobús que, en cuestión de pocos minutos, le dejaba en el corazón de la ciudad. Un asunto médico. No imaginaba que su vida iba a experimentar un vuelco, un giro de 180 grados… (…) Después, la ciudad siguió viviendo de espaldas a todo, como si nada hubiera ocurrido. Al fin y al cabo, ¿a quién le importa que la gente anónima se deje el pellejo —o parte de él— en una urbe de un millón de almas?” Texto publicado en La Charca Literaria. Aquí tienes la lista de mis trabajos publicados hasta la fecha en esta revista literaria.
¡Cirugía! —dije para mis adentros—. Quitar lo que estorba. Esa era la clave. Cortar y no añadir nada. La solución al problema, tanto en medicina como en literatura. Pues nada. Me dispuse a llevarlo a la práctica. Manos a la obra. Cogí el “bisturí” y quité lo que sobraba. Y así quedó finalmente el relato: “Juan vivía en una casa del extrarradio de una gran ciudad. Su escaso poder adquisitivo no le permitía el lujo de alquilar algo más céntrico. Tampoco era imprescindible. Como su trabajo consistía en hacer gestiones desde su teléfono y su ordenador, no le resultaba fundamental acercarse al centro, salvo en aquellas circunstancias en las que, por motivos personales, de salud o de ocio, le era imprescindible hacerlo. Aquel fatídico día, un viernes trece que quedará escrito a sangre y fuego en su piel, tuvo que cogerel autobús que, en cuestión de pocos minutos, le dejaba en el corazón de la ciudad. Un asunto médico. No imaginaba que su vida iba a experimentar un vuelco, un giro de 180 grados… (…) Después, la ciudad siguió viviendo de espaldas a todo, como si nada hubiera ocurrido. Al fin y al cabo, ¿a quién le importa que la gente anónima se deje el pellejo —o parte de él— en una urbe de un millón de almas?” Texto publicado en La Charca Literaria. Aquí tienes la lista de mis trabajos publicados hasta la fecha en esta revista literaria.