Relato de misterio: El secreto de Bruno

Publicado el 12 abril 2019 por Carlosgu82

El hermoso paisaje natural que Bruno podía ver a través de la ventana del auto de sus padres era un gran deleite para sus sentidos. Bruno acaba de cumplir 14 años, y le habían hecho una gran fiesta por su cumple en la ciudad.

Ahora se dirigía hacía al campo de sus abuelos maternos, junto a sus padres y su hermanito Enriquito.

-Enriquito, deja ya esa tablet y disfruta del paisaje- Le dijo Bruno a su hermanito.

-Déjame en paz. Que me lleves dos años no significa que seas mi padre-
Bruno enfadado le dio un empujón.

-¿Que está pasando?- Preguntó la madre sobresaltada.
Ambos hermanos quedaron en silencio. Bruno se dio cuenta de que ya estaban llegando al campo que tanto le encantaba visitar cada verano.

Justo tres esquinas antes de llegar a la casa de sus abuelos, pudo ver al chico y la chica que siempre había visto en otras ocasiones al llegar al campo. E inquietantemente comprobó que tenían la misma ropa de las otras veces. La niña con un vestido azul y el niño de verde claro. Jugando en unos columpios de una casa en ruinas.

-Hola, ¿Cómo están mis nietecitos lindos? Que grande están!- Exclamó la abuela, mientras el abuelo los abrazaba.
La abuela era muy visitada a pesar de que la casa del vecino más cercano estaba a unos 150 metros. Era muy cariñosa pero a la vez misteriosa, por ejemplo, Bruno se extrañaba porque siempre le llamaba Carlitos.

-¿Abuelo puedo ir a la casa en ruinas a los columpios? Te lo pido a ti pues la abuela nunca me deja ir-
-Claro que si Bruno, tú y tu hermanito son nuestros únicos nietos. Quiero que disfruten, puedes ir pero no tardes, ya son las 6 de la tarde-.

Emocionado y con cuidado de que la abuela no lo viese se dispuso a ir a los columpios de sus sueños, y por primera vez. Mientras llegaba, veía como salían de la casa en ruinas la chica y el chico que había visto en la mañana. Bruno tenía una sensación muy extraña ya que la casa seguía pareciéndole descuidada pero esta vez tenía una puerta y ventanas que antes no tenía. Junto a una ventana veía como alguien cogía un libro de color morado.

-Hola Bruno- Exclamaron los chicos, mientras se balanceaban en los columpios.
-¿Cómo saben ustedes mi nombre?- Preguntó Bruno, sorprendido.
-La abuela nos lo dijo. ¿Te gustaría conocerla?- Dijeron con emoción.

Al entrar Bruno por la puerta de la casa “abandonada”, con cierto miedo mientras detrás la chica y el chico cerraban la puerta, vió a a una señora junto a la venta y de espaldas en una mecedora y con un libro morado.

-Por fin, mi Bruno. Viniste. Ya puedo darte tu regalo de cumpleaños- Mientras la señora se giraba, reconoció su voz, y al verla se dio cuenta que era su abuela. Aunque sorprendentemente se encontraba más pálida, y además lo llamó por su nombre, Bruno, y no por Carlitos como acostumbraba.

-Síentate- Le dijo la abuela mientras la niña le buscó una silla.
– Mi regalo, mi querido bruno, es leerte un cuento fantástico-
La abuela empezó a leer el libro por la mitad, como si ya la otra parte la hubiese leído:

CUENTO: “Y mi querido Bruno entró a mi casa sentándose en una silla. Y de repente le dió mucho sueño”

Mientras escuchaba el cuento, Bruno sentía como por detrás el chico lo tomaba por el cuello con fuerza y sentía como se dormía. A su izquierda la chica abría la puerta de una habitación.

CUENTO: “Mi querido Bruno sentía más y mas sueño, listo para ir a su habitación la cual le preparé”

Cuando la abuela leyó esa parte. Bruno giró la cabeza con las pocas fuerzas que le quedaban, y vió de repente en la habitaión, una cuna de bebé de color blanco y vieja. Se horrorizó pero ya no les quedaban fuerzas.

-Carlitos! Carlitos!- Escuchó por la ventana. Rápidamente, la abuela le puso seguro a la puerta. De repente y confundido, miró como su abuela, idéntica a la que le leía el cuento, voceaba insistentemente “Carlitos” desde afuera de la ventana. Así pudo entender que esa era su abuela real la que siempre le llamaba por ese sobrenombre. Pero ya era muy tarde la vieja malvada lo cogió entre sus brazos y lo llevaba a la habitación junto a los otros chicos.

La abuela desde afuera, rompió el cristal de la ventana, era de tarde, casi de noche.
Y metiendo la mano cogió el libro morado, y empezó a quemarlo con unas cerillas que traía en el bolsillo. De repente toda la casa se caía a pedazos volviendo a su estado anterior y la vieja y sus nietos se volvían delgados y pálidos. Luego se tornaron de color oscuro derritiéndose los tres como plátsico al quemarse

-Sal de ahí Carlitos, sal.- Voceaba la abuela desesperada. Bruno antes aquel horror, y escuchando la voz de su abuela recobró fuerzas y logró salir. Cayendo luego desmayado.

En la mañana siguiente, Bruno se levantó dolido y con pequeños rasguños.
-Mi Carlitos- Le dijo la abuela.
-Te voy a contar un secreto. Yo tuve una hermana gemela a la cual Dios le dio un gran regalo que era el don de escribir. Llegó a ser una famosa escritora. Pero lamentablente no podía tener hijos. Cuando supo que yo quedé embarazada de tu madre. Se fue lejos. Con maldad en los ojos. Nunca más la volví a ver. Sus últimas palabras fueron:

“Escribiré una historia más bonita que la tuya, la de mi nieto B R U N O”

Autor: Alexander Rivera Brazoban