El día que me enamore
-Antes de que sigas, necesito saber si alguna vez te has enamorado de alguien de carne y hueso y no de tinta y papel.
-Esa pregunta es algo que te respondeŕe al final, o que más bien te responderás tú mismo en cuanto escuches lo que te voy a decir, y espero que me ayudes a comprender si esto es buena idea.
...El día que me enamore, quiero que sea de alguien distinto. No quiero de esos que por San Valentín me compren un regalito; quiero que todos los días como regalo especial me de un beso. Quiero que en cada desayuno me diga que me quiere y no importe la fecha. Me enamoraría que, mientras que voy por mi casa, me encontrara pequeñas frases bonitas o simplemente casuales, como Carpe Diem. Que cada mañana al levantarme y cada noche al acostarme piense en mi y me desee buenos días o buenas noches, aunque yo no sea consciente de eso. Que no solo me lleve a cines y a restaurantes; quiero que me lleve a explorar bosques, a escalar montañas, a visitar pueblos que no aparezcan en los mapas. Quiero que me lleve a la playa y a la llanura. Que cuando estemos allí corramos y hagamos carreras contra el viento y las nubes. Que me lleve a montar a caballo y que cabalguemos sin rumbo. Quiero perderme y dejar de controlar mi vida. Quiero que me lleve a visitar una tribu de indígenas y que bailemos hasta no poder más. Quiero poder cometer errores y que nos riamos juntos de ellos. Amaría a la persona que sonriera en sus momentos oscuros solo para que yo no me preocupara; o que me sirviera de apoyo cuando yo ya no pudiera con nada. Y si todo esto lo hace, aun sabiendo que a mi me puede costar amarle, entonces tendría ganado mi corazón. Podría hacer con el lo que quisiera, hasta romperlo en pedazos. Pero sé con seguridad que lo que haría sería guardarlo en una cajita transparente pero resistente y lo cuidaría, por que sabría que entre sus manos está el mayor tesoro que nadie nunca podría entregarle.
-Entonces, ¿puedo darte un regalo?
Le miro a los ojos, y veo unos ojos oliva brillantes, relucientes como la luna y brillantes como el sol. Extiende las manos y las abre lentamente. Dentro hay un sobre, blanco y sencillo. Sin decoración alguna y tan ligero que apenas sople una brisa de aire puede salir volando. Lo tomo entre mis manos y vacío su contenido sobre mis manos. Es un pequeño corazón de papel.
-De momento, ¿eso te aclara las cosas?
Le miro un momento. Mis labios se juntan con los suyos.