Revista Cultura y Ocio

RELATO: EL HOMBRE Y EL HORROR (#OrigiReto2018 - Octubre 1)

Publicado el 09 octubre 2018 por Dentro Del Monolito @dentromonolito
RELATO: EL HOMBRE Y EL HORROR (#OrigiReto2018 - Octubre 1)
Vamos con un nuevo relato para el #OrigiReto2018, la iniciativa de escritura creativa ideada por Stiby y Katty. En El hombre y El Horror tenemos una conversación entre un hombre y un extraño monstruo del que desconocemos su procedencia. Se trata de un relato que toca el terror desde una perspectiva un tanto pulp y en el que se añaden ciertos toques de humor negro. Con este relato, trato de cumplir el ejercicio 16 del #OrigiReto2018: Crea un ser nuevo y descríbelo. Puede ser mágico o no, bueno o malo, lo que se te ocurra! Ponle nombre.
Como digo siempre, agradezco muchísimo vuestros comentarios a estos relatos, ya que me ayudan a ver errores y a mejorar. Espero que os guste.


RELATO: EL HOMBRE Y EL HORROR (#OrigiReto2018 - Octubre 1)
Abre la puerta, y al instante es atacado por ese olor nausebundo que atraviesa con facilidad la mascarilla que es su primera y última línea de defensa. No termina de acostumbrarse. Por un segundo piensa en lo extraño de todo aquello. Ante él se alza un ser que desayuna pesadillas y las transforma en algo indescriptiblemente peor. Su mera visión alienta a marcar el teléfono de la Parca y pedir un servicio de máxima urgencia. Sin embargo, lo único que Demar no puede soportar es aquello que no puede ver. Ese apestoso hedor que penetra en sus fosas nasales y le revuelve el cerebro. Bueno, eso y los ronquidos ancestrales. —¡Despierta, El Horror! —vocifera mientras cierra la puerta. La masa abominable se mueve ligeramente y sus múltiples ojos parpadean varias veces hasta que son capaces de mantenerse abiertos. —Joder, Demar. ¿Qué hora es? —la voz es aún más retumbante de lo habitual. Está claro que El Horror está frito.—Son las doce —dice el hombre—. ¿Qué pasa? ¿Tuviste juerga anoche?—Muy gracioso, DeMar —un sonido de tren descarrilando surge de El Horror; tan solo un bostezo—. Tenéis unos horarios absurdos, malditos humanos. Me quedé viendo el partido de los Yankees, que ya empezó tarde, y me entró una modorra infinita justo después de la sexta entrada. ¿Sabes cómo terminó?—Ya deberías saber que el béisbol no es mi fuerte, El Horror. Prefiero deportes menos cansados como salir a tomar unas copas, espiar a mis vecinos de enfrente o hacerle el amor suavemente a mi mujer. O venir a traerte la comida, claro. El Horror suelta un chasquido que provoca un curioso efecto de rebote en las paredes de la sala. DeMar lo interpreta como una risa sarcástica. El monstruo dirige muchas de sus miradas hacia la bandeja que el hombre deposita en el carrito que hace las veces de mesa.—¿Otra vez ese asqueroso pescado? —el desdén implícito en la pregunta se ve traicionado por un ligero cambio de coloración en las partes más escamosas de El Horror, en un claro equivalente de la salivación humana—. En fin, mi hambre necesita ser calmada. Acércamelo, por favor. Sobre el carro descansa una bandeja en la que un siluro de considerable tamaño duerme el sueño de los justos sin ningún tipo de guarnición. DeMar lo empuja con cuidado, haciendo que las ruedas traspasen sin romperla la línea de sal que contiene al monstruo. Las manos del hombre no llegan a cruzar ese umbral en ningún momento, quedando fuera del espacio en el que mora El Horror junto a una pequeña porción de carro. —Que aproveche —dice, retrocediendo hasta apoyarse en la pared.Aún se asombra cada vez que ve comer a El Horror. De algún lugar del cuerpo del monstruo aparecen pequeños apéndices que finalizan en una especie de pinzas con las que agarra el enorme siluro. Desmenuza el pez con destreza, reduciéndolo a diminutos pedazos de carne que introduce en varios orificios de su negra superficie. Todo el proceso es ejecutado en un silencio absoluto que DeMar no llega a comprender. Es como si esa criatura fuera capaz de ingerir todo sonido con cada bocado, dando la impresión de una solemne delicadeza que no parece corresponderse con una estampa tan horrenda.—¿Cómo está Kayla? —pregunta El Horror tras finalizar su mudo festín—. Si no me equivoco, debe andar por el octavo mes de embarazo, ¿verdad?—Así es. De momento todo va bien, sin complicaciones. Con un poco de suerte, antes de Navidad te podré enseñar una foto de mi hijo. Lo traería para que lo vieras en persona, pero tengo la sensación de que tu aspecto le impediría dormir por las noches, y vamos a necesitar que duerma mucho. No te lo tomes a mal, no es nada personal. —No te preocupes, lo entiendo. Sé que no estáis lo suficientemente desarrollados como para poder apreciar la majestuosidad de la verdadera perfección. Sois así de inferiores, qué le vamos a hacer.—Claro, claro. Muy inferiores, sin duda. Pero eres tú el que está encerrado, El Horror —replica DeMar con una sonrisa burlona mientras alza la vista y ve que el enorme reloj digital situado en la parte superior de la pared de enfrente marca las 12:29—. Hora de irme, friendo.El hombre avanza para recoger el carro, cuyo único contenido ahora es la bandeja vacía. Al hacerlo, repara en las marcas que adornan la superficie de El Horror, como cenicientos destellos en un mar nocturno.—Por cierto, lamento lo de Smith. Ese capullo no es capaz de ver más allá de la visera de su gorra. Cree que se ciñe a las normas, pero lo único que hace es tomar la justicia por su mano. —¿Justicia? —gruñe el monstruo—. Intento no alimentar sentimientos vengativos, pero un día le arrancaré los brazos y le golpearé con ellos hasta que su cabeza reviente. Pero no te preocupes, la capacidad de sanación de mi organismo es un misterio que nunca desentrañaréis. Ni siquiera me dolió, pero gracias. DeMar sonríe mientras retira el carro. De pronto éste se atasca, y el hombre mira hacia abajo y ve una espina del siluro atravesada en una de las ruedas. Se agacha para retirarla y justo entonces nota un fuerte tirón del carro hacia delante, provocando que pierda el equilibrio y caiga traspasando la línea de sal. Hace ademán de incorporarse, y ve de reojo que El Horror se alza sobre él. Antes de poder ponerse en pie varios tentáculos le aprisionan e inmovilizan, uno de ellos atravesando la mascarilla y penetrando en su boca para abortar cualquier amago de grito.El Horror se come al hombre en completo silencio. Mientras es asimilado, en su mente DeMar se ve a sí mismo con cuatro años, algo pequeño para su edad, aún rubio, sentado en un carrito de bebé que empuja su madre bajando por Delaware Street en dirección al canal. Pero lo que ve al fondo son unas colinas deformes de color imposible que escupen llamaradas cromadas al cielo de Indiana, conformando un paisaje alienígena que, de una manera extraña, cree reconocer.


#OrigiReto2018 es una iniciativa creada por Stiby y Katty. Podéis acceder a las reglas en sus blogs Sólo un capítulo más y La Pluma Azul de Katty.
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