“Podría ser mi hijo.” Esas palabras me atormentaban y refrenaban mis impulsos más básicos. Pero ambos sabíamos que pasaría esa noche…
Sonriente, desvergonzado y atractivo. Creo que el reflejo de mi antigua juventud se veía en sus vidriosos ojos. Él sabía que esa era su mejor baza y la estaba aprovechando con cálculo milimétrico.
No podía sentirme así, no con él.
-Podría ser tu madre
Creo que ese fue el momento en el que me di por perdida. Simplemente sonrío y se fue. Me sentía vacía, ¿qué estaba ocurriendo? ¿Acaso es tan excitante que te entre un veinteañero?. Era mejor así, podría continuar bebiendo mi copa y luego me iría a casa a dormir.
En ese momento algo empezó a descuadrarme, ese estúpido niñato me miraba en la lejanía mostrando la misma sonrisa pícara que hace unos segundos me había deslumbrado. ¿Le da completamente igual?
El dialogo mental continuo unos abrasantes minutos mientras él lanzaba intermitentes miradas recorriendo mi cuerpo de los pies a la cabeza. Me sentía deseada y sé que lo necesitaba, pero no podía ser, no con él.
No sé qué ocurrió pero estaba cansada y me apetecía dormir, me acerqué a él para despedirme.
-Me voy a casa
-¿No piensas invitarme? (otra vez esa maldita sonrisa)
-Ni en tus mejores sueños
Me apartó el pelo de la oreja muy lentamente, se acercó a esta y susurró:
-A veces la realidad es más excitante que el mejor de los sueños.
Nuestros labios se encontraron durante unos instantes, mientras yo pensaba:
Podría ser mi hijo
Pero ambos sabíamos que pasaría esa noche…
Alfredo The End