Relato: Magos nobles, magos plebeyos

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

La consigna de esta semana era Un relato con nacer, epidemia y crear.

Magos nobles, magos plebeyos

Nacer durante una epidemia les había puesto en una posición impensable para las generaciones anteriores. Los magos tenían que ser nobles para poder entrar a la academia, pero habían muerto tantos que se habían visto obligados a crear una nueva academia especial para los plebeyos que pudieran realizar algunos hechizos sencillos, pero imprescindibles para el buen funcionamiento del reino y para que funcionaran algunos lujos en las mansiones.

Lamentablemente, lo que habían pensado que era una oportunidad única se había convertido en una prisión. Los magos nobles no consideraban que estuvieran a su mismo nivel, y los graduados en esa nueva academia para plebeyos habían aceptado cualquier cosa con tal de integrarse y aprender a dominar la magia.

Demasiado tarde descubrieron que no aprenderían más que lo justo y necesario para realizar esos trabajos menores, y que el precio había sido su libertad. A cambio de esos conocimientos, habían firmado que los utilizarían a favor del reino, pero había tanta necesidad que tenían que dedicar todas las horas que estaban despiertos a hacer que tanta magia siguiera funcionando.

Cuando la crisis de población pasó y los magos nobles empezaron a recuperar sus filas, sin embargo, no cerraron la academia para plebeyos. Que estos se dedicaran a quitarles de encima esos hechizos tediosos pero necesarios les permitía dedicar su tiempo a propósitos más elevados.

Así pues, mantuvieron la academia para plebeyos abierta, y esta siempre tenía nuevos alumnos ilusos que se convertían en esclavos de un conocimiento que ansiaban aunque no valiera gran cosa. Los magos nobles, entre tanto, dejaron de aprender cómo mantener la magia del reino viva y siguieron aumentando su magia y su poder, despreocupados.

No habían anticipado, claro, que esos magos plebeyos pudieran amotinarse. Sus conocimientos de la magia eran rudimentarios, pero eran demasiados y podían hacer mucho daño. Además, pronto se hicieron con el apoyo del pueblo sin habilidades mágicas y empezaron a rodar cabezas de nobles, fueran o no magos.

Cuando todo acabó, quedaban pocos magos nobles y muchos menos nobles incapaces de hacer magia. Ahora que ya no había que mantener las comodidades mágicas de los poderosos, había muchas menos cosas que hacer y los magos plebeyos se sintieron liberados.


Unos cuantos dedicaron su nuevo tiempo libre a obligar a los magos nobles que quedaban a enseñarles su magia avanzada. Pronto se dieron cuenta de que con esa magia podían vivir con muchos lujos y reactivaron viejos hechizos en los palacios abandonados. Pero esos hechizos consumían mucho de su tiempo y energía, así que empezaron a reclutar plebeyos para enseñarles a hacer ese trabajo y poder dedicarse a cosas más elevadas. La rueda volvía a ponerse en marcha.


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