Relato: Salir del reino

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

Mezcla en una misma narración a un duende volador, una medusa fantasma y un elemental de hielo y fuego.


Kik era un duende volador, nadie importante en la jerarquía de las hadas. Su único sueño era volar lejos, pero no tenía la sangre adecuada y por eso tenía prohibido traspasar los confines del reino.

Era un simple criado sin grandes habilidades y pronto había aprendido a callar su deseo de marcharse. También había aprendido a bajar la cabeza y a fingir que no entendía casi nada de lo que le decían salvo que le dieran instrucciones precisas. Quizás por eso nadie le consideraba una amenaza y hablaban de los secretos de Estado en su presencia.

Eso, junto al pequeño ejército de medusas fantasma que tenía a su servicio, le convirtieron en el ser más informado del reino. Solo tuvo que crear una identidad falsa y liberar algunos secretos en las orejas adecuadas para que conspiradores de todas las facciones empezaron a acudir a él en busca de información a cambio de dinero o favores.

Kik no tardó en ser muy poderoso: incluso las habilidades mágicas se podían comprar si tenías dinero suficiente. Sin embargo, ese aumento de poder no era fácil de disimular y empezó a encontrarse con que los poderosos guardaban silencio en su presencia. Sus medusas fantasma también tenían cada vez más problemas para recolectar información, así que se dio cuenta de que pronto irían a por él: demasiados secretos revelados, demasiada gente deseando vengarse.

Era el momento de marcharse y cumplir su sueño, pero no iba a arriesgarse a que sus enemigos le persiguieran. Por eso recolectó todos los favores que le debían. Dio una instrucción sencilla, inocente, a cada uno de sus deudores. Nada que les hiciera sospechar; era una ganga que solo tuvieran que hacer esa tontería para pagar su deuda. No obstante, la suma de todas esas tonterías liberó al elemental de fuego y hielo, enemigo ancestral de las hadas, de su prisión.


Kik, preparado para lo que venía, ya estaba cruzando la frontera cuando el ser se alzó y empezó a sembrar el caos. Incluso desde esa distancia se podía escuchar el ruido de la catástrofe. Con una sonrisilla, salió del reino para siempre. Con todo lo que estaba pasando, incluso aunque sobrevivieran, ninguno de sus enemigos se molestaría en ir a buscarle. Y, si a pesar de todo decidían perseguirle, serían pocos y estarían debilitados, mientras que Kik tenía todo su poder intacto. Por fin era libre.


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