Los sueños se sostienen en ellos mismos, y a diferencia del resto de discursos –ya sean científicos o históricos-, no precisan de la explicación ni de quien los explique. Vienen al mundo como viene la conciencia de la oscuridad o la vida de lo muerto. Y es en ellos donde se trajina el asunto, y la voz interior puede empezar a cantar, y a escucharse eso que no precisa de los labios moviéndose.
Os invito a este relato soñado que mi padre recrea a propósito de Carson McCullers, convertida ahora en voz interior.