Llueve demasiado, el campo cada vez está más embarrado, estos no se callan ni por esas, tengo 17 000 gargantas gritando detrás, animando al equipo, aunque por detrás se están cagando en mi familia más cercana.
No están haciendo casi nada de lo que les he dicho en la charla, están más nerviosos que yo, no les culpo, ven como el rival les supera en cada una de las acciones. De vez en cuando detecto miradas que se dirigen a mí, exigen soluciones, sólo tengo palabras de aliento, estoy bloqueado, no es mi mejor día, creo que me estoy empezando a resfriar, menudo cuerpo que tendré mañana, pero no me puedo sentar, tienen que notar que lo paso tan mal como ellos.
Debo hacer algo, un cambio, el que sea, mucho peor no irá, a quién sacar del campo, buena pregunta, me pagan por tomar estas decisiones, voy a meter a un delantero, que se vea que vamos a por el partido, en el campo están ganando por goleada, contraataquemos con algo de psicología…
…No funciona, nada funciona, cada vez jugamos peor, este partido no lo sacamos adelante, comienzo a escuchar murmullos de desaprobación, los jugadores tiemblan cuando les llega el balón, si esta afición tan fiel duda del equipo es que lo estamos haciendo muy mal, miro de reojo a mi segundo, se esconde al fondo del banquillo tomando notas, en este momento le envidio, puede permanecer en segundo plano.
Final del partido, perdimos, saludo mecánicamente al entrenador rival, joder, ni se ha mojado, yo tendré que tirar el traje, me dirijo a la grada, pido perdón, tengo ganas de llorar, me quema la garganta, a ver que les digo yo a estos…