Obra maestra. La publicación, por parte de Anagrama, de estos cinco largos relatos en un único tomo es un auténtico regalo para los lectores. Una joya. Las cinco obras reunidas, que pueden y deben ser leídas en este orden y de un tirón, son: El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño. Thomas Bernhard arranca su autobiografía en el momento en que es un muchacho interno en un colegio de Salzburgo durante la Segunda Guerra Mundial; un crío que, mientras practica con el violín, alberga intenciones suicidas. Todos estos libros sirven para comprender la naturaleza del autor, para saber de dónde provienen su amargura y su cinismo.
Y lo que le aguarda al lector en su trayectoria es una vida poco complaciente: Bernhard tiene que someterse al nacionalsocialismo y a las prácticas crueles de quienes mandan en el colegio, y tiene que conocer la guerra a través de los bombardeos y de los cadáveres de las calles, y tiene que ir al instituto en la postguerra, un instituto dominado por el catolicismo, cuyas prácticas y ritos también odia, y tiene que decidir a los 15 años de edad que quiere ser útil y dejar sus clases para colocarse de aprendiz en una tienda de comestibles sita en un barrio pobre de la ciudad, y enfermar de los pulmones, y conocer el hospital y la sala de los moribundos, y el sanatorio y la muerte de su abuelo y luego de su madre… En la última obra, Un niño, el autor retrocede al principio: nos cuenta la historia anterior al primer libro, es decir, sus primeros años, en los que aprendió a ser un hijo ilegítimo que nunca conoció a su padre y a soportar los insultos de su madre y a recibir algunos palos y a compartir pupitre con los burgueses a los que odiaba.
Bernhard, con una prosa repleta de oraciones largas, que te va envolviendo y crea adicción y se repite y vuelve una y otra vez a los mismos temas y a las mismas obsesiones mientras avanza, nos habla en estos relatos de algunos ejes esenciales de toda vida: la educación, la sociedad (una sociedad enferma), la importancia de los orígenes, el aprendizaje, la muerte, la enfermedad, los asuntos de familia, el destino y la decisión de vivir y de sobrevivir a cualquier precio. Puede parecer, al principio, que Bernhard es un autor “difícil”, cuando uno comprueba que en estos libros no hay puntos y aparte y casi todas las frases son kilométricas; pero no es así: su prosa es sencilla, en el fondo; no es uno de esos escritores cuyas frases tienes que leer tres veces para comprenderlas. Bernhard es, a la vez, sencillo y complejo, y sobre todo profundo, demoledor y necesario. Hay un antes y un después de leer estos libros. Y a todo ello ayuda la extraordinaria labor de Miguel Sáenz en las traducciones, pues logra (o eso me parece) mantener la musicalidad de la prosa. En el post precedente pueden leerse algunos fragmentos sueltos de estos relatos.
[Traducción de Miguel Sáenz]