El viajero del arco.
En un lugar de una tierra fértil, cuyos árboles y flores abundaban en los caminos, había un arco en medio de uno, no había nada del otro lado, y no sabia porque estaba ahí, era lo suficiente grande para que pasaran 3 personas una encima de otra, pero no tenia sentido pues como dije, estaba en medio de un camino, en un extremo de un poste decía:
«la luz de la oscura noche iluminará el camino al pueblo de Êręz»
El otro extremo dice:
«2 corazones debes entregar con un lazo entre los dedos, mas deben ser reales y fijos, justo a las 12 del sol abajo de las montañas»
Nadie pudo descifrar aquellos mensajes y no lo tomaban muy en serio que digamos.
Siempre mantuve esa intriga como una semilla, poco apoco crece entre mi mente; seguí cruzando ese arco muchas veces mas, y cada una de ellas me preguntaba lo mismo, pero ¿que podía hacer yo?
Día y noche escribía soluciones pero nunca me sentí seguro, me rendí, no podía mantenerme así, después de muchos meses desistí.
(Querido lector, si estas aquí, pido amablemente que antes de seguir leyendo escribas una solución al acertijo del arco, gracias)
Días pasaron, y como viajero que soy siempre cruzaba aquel gran arco, tallado de madera de roble, y adornado con las flores que parecían saber donde crecer; pero en uno de mis tantos viajes, juro por los dioses que tan grande es el destino, que mire una chica tan hermosa que mis palabras no alcanzan para describir eso, se encontraba arriba de una carreta y cual fue mi descaro de parar su viaje, solo para mirarla un momento y sentir sus ojos sobre mi, después, lleno de la mas sincera pena, entre tartamudeos y con la mente en blanco pregunte su nombre,
-Soy Elyz-
dijo riéndose de lo torpe que fui.
No pude vocalizar ni una palabra más que decir,
-es un lindo nombre-
Ella parecía que tenia prisa, porque se marchó después se darme un saludo amigable del día.
Ahora no podía dejar de pensar en ella, y no podía dejar de escribir en una libreta todo lo que pensaba sobre ella, en esa misma libreta, tenía los escritos que alguna ves fueron de aquél arco, que ya no lo pensé ni una ves mas.
Muchas veces mas la pude ver, y en todas la detenía un momento para hablar con ella, verla, hacerla reír, cada ves sabia mas de ella, tanto como ella de mi, muchos años pasaron viéndonos así, uno de tantos, tome el valor de dejar mi camino, y regresar con ella, pues quería mas tiempo, mucho mas, el camino parecía ir cuesta abajo, pues avanzábamos tan rápido que quería que ambos nos detuviéramos solo para ver el sol caer y escuchar el viento entre su risa.
seguimos avanzando ya de muy noche, ambos sobre la carreta, platicando de un millar de cosas, riéndonos a carcajadas de nuestras aventuras, de nuestros errores; Sin darme cuenta, la empecé a amar, estaba seguro que quería escucharla por el resto de de mi vida, quería superar todo con ella a mi lado, yo tan solo soy un pobre viajero que siempre anheló de compañía.
Sin darnos cuenta, estábamos cerca de ese gran arco, aquel que me mantenía despierto en muchas noches pensando una respuesta a esas palabras escritas, sin darme cuenta estábamos justo debajo de aquel lugar, era de noche, ya el sol estaba muy puesto, y sin saber como, una respuesta inmundo mi mente, la mire a ella, pensando si me correspondía a todos mis sentimientos podría ser la respuesta, justo al ultimo rayo de sol debemos estar bajo ese gran arco.
Así el ultimo rayo de sol cayó, el brillo nos bañaba; así con la chispa del reflejo de la luna estábamos solo nosotros 2 dentro de una gran cueva llena de todos los mas grandes tesoros; de pronto una voz vieja, de tono grave, retumbo ahí,
«Toma lo que mas te guste»
Mil y unas cosas pasaban por mi mente, ella me miro, me tomó de las manos y me dijo, eres lo que mas quiero ahora…
Las palabras no salían de mi boca, no podía decir nada mas. La besé, la bese de la forma que mas esperaba, con las lágrimas recorriendo su bello rostro, con mis manos temblorosas tomando las suyas, con todo mi amor; no esperaba que me correspondiera, no esperaba que le gustara.
Cuando ambos abrimos nuestros ojos estábamos debajo de aquél arco, mas en otra calle, pues no mas lejos, se veía una ciudad muy grande, bella, de grandes flores y grandes edificios, de esas que miran historia.
Aquel arco ahora decía:
«Êręz, la ciudad de la única verdad mas difícil: el amor»
Cuando llegamos, tomados del uno del otro, de lo único que estaba seguro era de ella, de que la amaba, pues había mas personas, mas que supieron descifrar todo, mas parejas, mas amantes, sólo podía mirarla, sabiendo que dejaría de ser un viajero, sabiendo que estaría con ella, sabiendo que la amo.