Relatos. Las piedras del tiempo

Publicado el 25 septiembre 2012 por Cspeinado @CSPeinado

Foto Propia.

Su cabezonería, altanera, legendaria, le había impulsado, después del sedentarismo forzado al que había sometido su cuerpo henchido de grasa y autocomplacencia a dar un giro de ciento ochenta grados. Después de años de sillón, televisión, refrescos con gas y muchísimas grasas, ahora tocaba retomar el ritmo que le permitiera, sino retomar su cuerpo juvenil, al menos poder moverse con relativa agilidad. Nada le hacía más feliz que volver a moverse con la soltura del senderista que se eleva sobre el camino rumbo al altozano sin reparar en nada más que su salud. No era algo escogido al azar. No era algo en lo que el consintiera por voluntad propia. Le hacía feliz sentirse libre de su peso porque así se vería libre del peor enemigo que le había grangeado su sedentarismo brutal y la autocomplacencia hacía si mismo, dos amagos de infarto por el que el médico le había advertido seriamente. Problemas coronarios y culo en el sillón no eran buenos compañeros. El tercer amago quizás fuera el definitivo.
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