Relectura Psi/Cambiantes: Stroke of Enticement

Publicado el 17 febrero 2016 por Estefany Vasquez @effyvas

La historia de la semana pasada era una Novella entre Caricias de Hielo y La Luna del Leopardo. Pero diganme como les fue con Judd, a que es sexy y muchas cosas mas. La historia de esta semana es una historia ligera algo para divertirnos dentro del mundo de los Cambiantes, protagonizada por el soldado DarkRiver Zach Quinn y la humana Annie Kildaire.

Habiendo presenciado cómo a su madre se le rompía el corazón por la distancia emocional de su padre, Annie Kildaire se ha convencido a sí misma de que las relaciones románticas a largo plazo no son para ella. Todo eso cambia cuando Zach Quinn entra en su aula y pone su vida patas arriba. El sexy cambiante leopardo parece decidido a sumir sus sentidos en el caos y Annie no está segura de que eso sea mala cosa. Zach sabe que Annie está destinada a ser su compañera. Pero tanto el leopardo como el hombre se sienten atraídos por su belleza, su fuerza y su inteligencia. Lo único que desea hacer es reclamar a Annie. Pero Sabe que para ganarse el corazón de su desconfiada compañera tendrá que seducirla para que confíe en él, y utilizará todo su arsenal sensual para lograrlo.


Citas Favoritas
Mi amigo puede ser humano, psi o cambiante. No me importará. ¿Quizá podrías encontrar a alguien que también esté solo y entonces podríamos dejar de estar solos juntos?
Gato y hombre ronronearon interiormente y cuando Annie separó los labios en un jadeo, él barrió dentro para probarla. Caramelo y tarta, inocencia y mujer, ella era su propia marca personal de embriaguez.
Sin que él se preocupara por ponerse un abrigo, la cogió de la mano. —No. Me gusta —la mano era pequeña, pero no débil en la suya—. Encaja contigo. Bonita, brillante y soleada, así era su Annie.
Quizás, pensó por primera vez, quizás las elecciones de su madre no habían sido tan sencillas como la niña en Annie siempre había creído. Quizás con el hombre que importaba, no había elección, ninguna manera de protegerte contra el fin inevitable del sueño. —Sí —dijo otra vez—.
Aún así, necesitaba marcarla, tomarla hasta que su olor estuviera tan incrustado en la piel de ella que nadie se atreviera a cuestionar su derecho sobre ella. Un deseo animal. A menudo, el corazón del animal era mucho más puro, mucho más honesto, que el hombre pensante.
Parece que cometí un error crítico, al pensar que la podías guiar al peligro olvidé que los cambiantes depredadores son también conocidos por su buena disposición a proteger hasta la muerte.
Sus ojos, los ojos de Annie, chocaron con los suyos. —Pero no es por eso que me he decidido por ti. —¿Oh? —Es por como la miras, Zach. Como si ella fuera tu sol —se quedó sin voz—. Quiero eso para mi hija. Nunca dejes de mirarla de ese modo.
Amaría sólo una vez. Y amaría para siempre. Y era Zach. Por él, ella rompería cada regla, le dejaría entrar en su casa, en su alma. Por él, saltaría al abismo y ya se preocuparía por los moratones más tarde. Porque a veces, no había elección.
—El único modo —continuó Mercy—, de que puedas ganarte su confianza, es que te olvides del orgullo que parece venir empotrado en el cromosoma Y. ¿Estás preparado para llevar tu corazón en la mano y esperar que ella no lo aplaste? Zach la miró a los ojos. —Tienes una vena de maldad, Mercy. —Muchísimas gracias
—Estoy tan atemorizada, Zach. —Ah, Annie. ¿No lo sabes? Mi gato te adora. Si me pides que me arrastre, me arrastraría. La rompió, el modo en que se había arrancado el corazón y lo había depositado a sus pies. Temblando, colocó dos dedos contra sus labios. —Yo nunca pediría eso. —Yo tampoco —los labios se movieron contra su toque—. Confía en mí.
—¿Me estás llamando tu regalo? —Sí —sonrió—. ¿Cómo te sientes sobre eso? —Como que me toca a mí ser desenvuelto —le mordisqueó la boca—. Hazlo lentamente.

Besos,