Religión una gran Red Social

Por Ignaciobellido @ElEfectoBellido

Todos los objetivos y la atención está hoy puesta en la ciudad de Roma. Más concretamente en el Vaticano, donde los cardenales de la Iglesia Católica se reúnen en el famoso Cónclave para elegir al próximo Papaque se que convierta en el líder espiritual de los millones de fieles de esta religión. Los medios de comunicación llenan hoy horas de televisión, radio y acumulan de tinta las hojas de los periódicos con numerosas quinielas acerca de quién será el nuevo Pontífice y cuáles los retos a los que debe hacer frente. Yo, Ignacio Bellido, formador en Salamanca, no he oído, visto ni leído a lo largo de todo el día una explicación o un debate acerca de qué es lo que buscamos los seres humanos al seguir una religión.
A lo largo de mis estudios en Antropología he dado con diferentes hipótesis y teorías que tratan de explicar por qué el ser humano construyó la religión. Algunas teorías defienden que se trata de un marcador genético y que los seres humanos estamos programados biológicamente para creer, otras teorías defienden que se trata de una construcción social a través de la que intentamos explicar los sucesos del mundo que no entendemos, pero sin duda, la que más me ha sorprendido y la que trataré de explicar en este post es la que defiende que la religión es un medio a través del que es posible que el individuo se sienta parte de un colectivo.
Siguiendo con esta hipótesis la religión es un vehículo de integración. La religión, siguiendo este argumento, es una red social de la que Dios forma parte y ocupa el lugar central. Dios es un miembro más de la red social con la particularidad de ser el conector que consigue enlazar a todos los miembros de la red, es decir, el vínculo que conecta a una persona con todas las demás. El Papa, siendo como es el portavoz terrenal de la palabra y la voluntad de Dios , es el símbolo de conexión de todos los cristianos del planeta .A través de la creencia en Dios como el elemento central de una red que une a los seres humanos, indistintamente de su edad, sexo, lugar de nacimiento o residencia, lo que el ser humano transmite es que la creencia en Dios le permite sentir que posee un vínculo social con el resto de sus semejantes. Creer en Dios le permite sentirse próximo a cualquier individuo a través de un único grado de separación, en este caso Dios, por lo que el resto de creyentes no son más que los amigos de mi amigo (Dios). De este modo si un individuo se siente unido y vinculado a Dios, debido al carácter transitivo de esta relación, se sentirá unido, al mismo tiempo, al resto de individuos que también lo sienten.

Cómo es posible que el ser humano, considerado el ser más inteligente que puebla el planeta, pueda llegar a creer que Dios es un miembro más de la red social como lo es su cónyuge, un amigo, una hermana, sus padres… Aunque pueda parecer extraño, la manifestación de que Dios es un componente más de la red social es más frecuente de lo que pensamos. Se produce especialmente en personas o comunidades que se sienten aisladas. Un hecho irrefutable lo descubrimos al comprobar que las personas se vuelven más religiosas con la edad, conforme se van perdiendo seres queridos que tenían un papel importante en cuanto a conectores sociales. Cuando desaparecen estos conectores y nodos de nuestra red de relaciones los seres humanos anhelamos mediante la creencia Dios la posibilidad de volver a conectar con aquellos que estaban y que, desgraciadamente, ya no están.

Creemos en Dios para sentirnos conectados socialmente con los demás. Cuanto más aislados nos sintamos nos entregaremos a la religión con mayar fervor. La proliferación de medios de comunicación digitales en las sociedades desarrolladas es considerada por los jerifaltes de la Iglesia como una de las causas de la crisis de fe y de valores  del recién estrenado milenio, obispos,  monseñores y muchos de los representantes eclesiásticos sólo recurren al ataque contra los nuevos modos de construcción identitaria del individuo y de las sociedades en las que se integra. Lo que muestra la Iglesia con estos ataques es su deseo de no perder el statu quo, su lugar central en la red social, su capacidad de influencia y su sentimiento de poder. La reducción del sentimiento de soledad de las nuevas generaciones le trae sin cuidado , lo que verdaderamente les trae de cabeza es que hayan descubierto nuevos lugares en los que encontrarse y arraigar su sentido de pertenencia. Han perdido su capacidad de control sobre las relaciones del individuo con sus semejantes. Preocupándoles tanto este hecho, no entiendo cómo pueden seguir citándose Cónclave.
FUENTES CONSULTADASNICHOLAS CHRISTAKIS Y JAMES FOWLER “Conectados” Taurus. 2010
ENTRADAS RELACIONADAS
"El poder del contexto: Nadal y el dolor del abanderado" (enlace)