Me disponía a comenzar la redacción de este mi artículo semanal sobre la petición de la organización Facua para retirar del mercado esos bikinis con relleno para niñas entre 9 y 14 años ofrecidos por un conocido supermercado cuando las portadas de los periódicos cambiaron en un solo segundo. Me disponía, como digo, a redactar mi artículo semanal cuando la actualidad de nuestro país, más allá de la política o del deporte, que ya es decir, quedó eclipsada por el anuncio del Rey Juan Carlos. Se va, se retira, se jubila, se pira, se quita de en medio, abdica, en definitiva. Y puede que lo haga en el peor momento para la institución que ha regentado durante casi cuatro décadas: desprestigiada por los líos de su yerno, también por algunas meteduras de pata propias, esoselefantes aún siguen coleando, fatigados los españoles de los poderes institucionales, después de varios años de sangrante crisis. Como era de imaginar, y también de esperar, las redes sociales, las tertulias y, sobre todo, la calle comentó la noticia en clave de futuro, y enarbolando opciones muy distantes entre ellas.III República, El Rey Abdica, Felipe VI y Elige Tu Reyfueron los hashtags dominantes durante el día en Twitter. ¿Y ahora qué hacemos?, me pregunto. En primer lugar, creo que es justo evaluar la trayectoria del rey que se va. Los últimos cuarenta años han sido los mejores de la historia de España, en Democracia, en libertad, en paz, nos hemos normalizado como sociedad, y eso que partíamos de las peores condiciones. Indiscutiblemente, nunca sabremos si nos habría ido mejor o peor si hubiéramos optado por la República. Juan Carlos ha sido el mejor rey que ha tenido España, es evidente, aunque me temo que ese no es un argumento de peso, si tenemos en cuenta las habilidades y personalidades de sus antecesores. En cualquier caso, se va dejando tras de sí muchas luces, es cierto, pero también sombras, algunas de ellas abisales.Siempre me ha llamado la atención la confusión existente en nuestro país en torno a la República. No representa una opción política, no implica necesariamente decantarse por la izquierda, la derecha o el más allá. Es... sigue leyendo en El Día de Córdoba