Traductora: Claudia Casanova
Editorial: Ático de los librosISBN: 9788416222346
Páginas: 480
Cytherea Graye es una joven venida a menos que se ve obligada a buscar empleo como dama de compañía. Cuando descubre que su enamorado, Edward, está prometido con otra, decide aceptar la petición de matrimonio del oscuro y seductor Aeneas Manston. Para su horror, nuestra heroína descubrirá que su marido es un hombre inmoral, que recurrirá a la violencia con tal de conservarla a su lado. Cytherea tendrá que enfrentarse a no pocas peripecias, equívocos, la sibilina manipulación de su ama la señorita Aldclyffe y buenas dosis de peligro si desea librarse del siniestro Manston y reunirse de nuevo con su amado Edward. (Sinopsis de la editorial)
Aunque Thomas Hardy es un autor que, por la época en la que vivió, por los temas de sus obras y por todo lo que he leído sobre él cuadra totalmente con mis gustos literarios, hasta ahora solamente había leído uno de sus relatos cortos, El brazo marchito, publicado en una edición ilustrada por Astrorey. He de decir que ese relato me gustó muchísimo y me dejó con ganas de más.
La casualidad quiso que mi siguiente lectura de Hardy no fuera ninguna de sus obras más conocidas. Tengo muchas ganas de leer Lejos del mundanal ruido o Jude el oscuro, pero antes llegó a mis manos Remedios desesperados, la primera novela publicada del autor, así que no perdí la oportunidad de conocer sus comienzos como escritor. Esto podía estar muy bien porque así podría seguir la evolución de Hardy a través de sus novelas siguiendo el orden de publicación, pero por otra parte tenía miedo de que ésta no fuera tan buena como las posteriores y se me quitaran un poco las ganas de continuar leyendo al autor.
Ya os puedo decir que este miedo era infundado: aunque seguramente las novelas posteriores son mejores, Remedios desesperados me entretuvo mucho y mi primer contacto con las novelas de Hardy me sorprendió muy positivamente. La protagonista de esta historia es Cytherea Graye. Ella y su hermano Owen se quedan huérfanos cuando aún no tienen el futuro resuelto, y tienen que buscar una forma de ganarse la vida. Owen empieza a trabajar como ayudante de un arquitecto y Cytherea se convierte en dama de compañía de una extraña mujer, la señorita Aldclyffe, con la que le unen ciertos lazos del pasado.
Cytherea está enamorada de Edward, pero cuando descubre que está ya comprometido la historia entra en una espiral de secretos, traiciones, bigamia y muchos más problemas que la protagonista debe ir sorteando a lo largo de las más de cuatrocientas páginas de la obra. Quizá el punto más flojo que le encontré a esta novela fueron sus protagonistas: Cytherea me resulta una heroína un poco floja, que en vez de luchar va dejándose llevar por los acontecimientos de forma un tanto errante. Edward tampoco es demasiado interesante, se limita a enamorarse de Cytherea de forma casi instantánea y después resulta ser un tanto pusilánime.
Thomas Hardy
Pero ahora viene lo bueno: los secundarios. La señorita Aldclyffe y Aeneas Manston son tan buenos personajes que eclipsan totalmente a Cytherea. En cuanto a la señorita Aldclyffe me encantó cómo manejaba las cosas a su voluntad para que todo sucediera de la forma en que ella lo deseaba. A pesar de su maldad, tiene un punto de encanto y de ternura (y más conociendo su pasado) que la hace un personaje bastante ambiguo. Hay una escena lésbica entre ella y Cytherea que, cuando la estaba leyendo, no estaba segura de estar interpretándola bien, porque me parecía extrañísimo que Hardy hubiera escrito algo así en esa época. Luego me enteré de que precisamente por esto el libro tuvo que ser publicado con un seudónimo.Y después de la señorita Aldclyffe viene Aeneas Manston, el malo de la función que a mí me resultó lo mejor de todo el libro: guapo, inteligente, atractivo y sí, malo malísimo. Pero por muchas maldades que hiciera (no os las voy a contar, pero no tienen desperdicio) yo hubiera deseado que Cytherea se quedara con él, porque además de estar enamorado de ella era mil veces más interesante que su adorado Edward.
Otro gran atractivo de esta novela es la forma en la que está escrita. Thomas Hardy llena su novela de descripciones, sobre todo de la Inglaterra rural, que son una belleza. No soy muy amante de los libros que tienen descripciones demasiado abundantes, pero por muchas que Hardy utilice nunca molestan porque están tan bien escritas que es un placer leerlas y te sumergen plenamente en esa campiña inglesa.
Leer Remedios desesperados ha sido una magnífica experiencia: me divertí muchísimo y en ningún momento sentí que la historia perdiese ritmo. En la señorita Aldclyffe y Aeneas Manston he encontrado dos personajes que se quedan ya conmigo, y en Thomas Hardy al escritor que yo sabía que me iba a encantar y del que, seguramente pronto, leeré el resto de sus obras.
Como os contaba al principio de la reseña, El brazo marchito es un relato corto escrito por Hardy que no hace mucho ha publicado en España la editorial Astrorey en una edición ilustrada por Júlia Sardà. Si queréis empezar a leer a Hardy pero con algo que no os lleve demasiado tiempo, ésta es la opción perfecta, porque en este relato encontraréis todo lo que caracteriza al escritor. A mí me gustó muchísimo.