Saqué una latita de sardinas y se la ofrecí, temblaba acurrucada en la hierba. Sus ojos de garza asustada me miraron captando la orden silenciosa de mi gesto, agarró el envase y lo abrió. El aceite cayó a la tierra, empezó a comer con gestos de animal hambriento. Toda su humanidad desapareció, ante mis ojos sólo un bípedo babeante y aterrado que había corrido bien. Me miró agradecida por el alimento y el descanso, no sospechó que tenía que volver a correr para que yo obtuviera su hermosa cabeza.
La caza es mi hobby, donde más feliz me siento. Hace tiempo que necesitaba otro tipo de piezas; estaba perdiendo la emoción y ese cosquilleo que provoca la inminencia de la captura. Tigres, elefantes… ya lo he cazado todo.
Colgada en la pared del salón de caza, junto a mis otros trofeos, disfruto contemplando mi nuevo galardón.
Autora del texto: Elysa Brioa Escuderopuertas sillas hosteleria mobiliario hosteleria calderas precios calderas