Últimamente la palabra "Resiliencia" se escucha frecuentemente en todos los campos en general. Esta palabra es tomada de la física y corresponde a la capacidad que tiene un material de regenerarse, de retomar su forma original.
¿Qué es y en qué consiste?
Llevada la definición del campo de la física al campo humano y de las relaciones personales, podemos definir que la resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.
Podemos por lo tanto decir que es regresar a nuestro estado natural, a nuestra vida, siendo mejores, tomando los hechos como aprendizajes. Es pues abrir nuevas opciones y empezar a darle nuevamente un sentido a nuestra vida.
Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o
dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad
grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos
que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de
inseguridad, incertidumbre y dolor emocional. Aún así, las personas logran, por
lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un
considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan
la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la
tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica
una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona
puede aprender y desarrollar.
¿Qué contribuye a que una persona sea más resiliente?
- El apoyo emocional es uno de los factores principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás solo.
- Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
- No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.
- Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
- Confianza en tí mismo como en los demás.
Uno de los recursos más importantes para poder manejar una experiencia negativa fuerte es la fortaleza que implica una actitud sana que sepa admitir la verdad tal y como es, aceptando nuestra responsabilidad (habilidad de respuesta) y sabiendo perdonar y perdonarnos, ya que podemos vivir sin el amor del otro pero nunca sin el amor a nosotros mismos.
Para poder lograr la resiliencia con mayor facilidad, podemos tomar lo que se conoce como ‘Niveles Neurológicos’ dentro de la Programación Neurolingüística (PNL) desarrollada por R.Dilts y R.Brandler, y que se refieren a los diferentes estratos de la mente y como ésta almacena, recuerda y archiva las experiencias, tanto negativas como positivas. Son los diferentes niveles que maneja el pensamiento humano en todos sus niveles de comunicación.
Según Dilts estos son, empezando desde el más profundo al más primario:
- Nivel Espiritual: es el sentido de trascendencia. Lo que yo aporto al mundo.
- Nivel de Identidad: es lo que yo creo que soy y de esto depende la misión en esta vida que yo desarrolle.
- Nivel de Creencias y Valores: mis creencias son las que me dirigen y estimulan para lograr mi misión y están basadas en mis valores.
- Nivel de Capacidades y Recursos: estos son los que me ayudan en mi vida para sustentar mis creencias.
- Nivel de Conductas: son las conductas que tengo en la vida según las capacidades que manejo.
- Nivel de Entorno: es el contexto donde yo actúo.