Tarifa: 311€ (SA)En el barrio Europeo, al lado mismo del Parlamento y a escasos dos minutos caminando de la Plaza Luxemburgo encontramos un edificio algo antiguo, hoy con media fachada recubierta por una lona azul que indica su renovación total exterior. Siete plantas en una fachada en color arena con ventanas cuadradas en oscuro y rematadas en un tejado de pizarra negra con algunas veluxes. El nombre del nombre del hotel escrito en grandes letras negras de arriba a abajo. La puerta de acceso se ubica en una tranquila calle, rodeada de enormes cristaleras que dan al bar y la recepción del hotel. Bajo un pequeño tejadillo de aluminio, dos puertas automáticas normales y una enorme puerta giratoria, también automática, en aluminio dorado y cristal nos deja en una enorme recepción de techos altos, llena de luz -algo fría- y suelos recubiertos de una gruesa moqueta en azul con detalles en negro. El espacio más amplio se abre hacia la izquierda, donde encontramos el tranquilo bar, algunas mesas altas de trabajo compartido y varios sofás para la conversación.. De frente, un generoso espacio con modernos y mullidos sofás y butacas, y otra larga mesa comunal de bonita madera. En esa zona cuelgan del techo grandes lámparas de colores y una librería. A la derecha vemos tres mostradores individuales que hacen de recepción. Los mostradores, modernos, de madera oscura con una gran pantalla cada uno aparecen bastante desordenados con cuadernos, papeles y carpetas por encima. En la parte frontal de los mismos en un display de metacrilato, algunos folletos con información del programa de fidelidad del hotel. Hay dos empleados, pero sólo uno atiende. Tenemos dos personas esperando por delante y el proceso se eterniza. Cuando por fin nos toca nos cambian de mostrador por problemas con el ordenador. Tampoco en el nuevo parece que la cosa vaya mejor. El proceso es tedioso y lentísimo y eso que sólo nos ha pedido el DNI y que tenemos el nivel gold del programa de fidelidad. Por fin nos entrega un cartoncito en el que encontramos la tarjeta llave de la habitación y nos da un documento para firmar. Nada más. No hay disculpas, tampoco explicaciones sobre servicios del hotel, ni horarios, ni el wifi. Nada. Hay mucha cola detrás y llevábamos casi 20 minutos esperando. Por cierto que el wifi funciona perfectamente en todo el hotel, de manera estable y veloz, detectado automáticamente por el explorador al ser cliente fiel de la compañía y utilizar las mismas claves del programa de fidelidad.Volvemos sobre nuestros pasos para dirigirnos a los ascensores, que se ubican al otro lado de las lámparas colgantes. Hay tres. Con puertas automáticas metálicas de color negro. Su interior, muy moderno obliga por seguridad a acercar la llave de la habitación a un lector para poder elegir nuestro piso de destino. Botonadura metálica que ilumina en rojo el piso elegido, paredes de madera clara y moderna, un espejo al fondo, cuatro puntos de luz en el techo y una pantalla con anuncios de los servicios del hotel y la cadena. Las puertas se abren a un recibidor en moqueta color gris, morado y negro. Mullida, moderna y limpia. Delante, un colorido mural con las mismas lámparas de colores que había en la recepción. El pasillo corre de derecha a izquierda con paredes en blanco y negro (en la zona de las puertas). Luces indirectas y puertas robustas en madera de color oscuro. Elegantes indicadores en madera y metal del número de habitación. Los pomos de la puerta son modernos, metálicos con un lector de tarjetas por contacto.
La puerta del baño, que está desequilibrada y se cierra sola, resulta estrecha y su interior algo ajustado de tamaño. En poco espacio se recoge todo lo necesario, sin agobios pero sin holguras. Techo blanco, paredes de porcelana marrón clara algo brillante. Suelo del mismo color pero en mate. De frente un armario rectangular de madera rematado con una encimera de mármol en color arena sobre la que hay dos vasos de cristal, una toalla de manos, una caja de pañuelos de celulosa, una pastilla de jabón en una cajita de cartón, y un bote de crema hidratante. Incrustado en ella un lavabo blanco con un moderno grifo monomando. Justo enfrente un espejo cuadrado con sendos apliques de metal y cristal blanco a ambos lados. Por debajo de la encimera, en el armario se ofrece un potente secador de pelo y dos toallas de lavabo en algodón a rayas, de tamaño y calidad correctos, y todavía más abajo una papelera metálica de pedal. .
Detrás de la puerta queda el inodoro, con una sucia mancha marrón provocada por la humedad constante. La cisterna aparece remetida en la pared y sobre ella, en un fino toallero se ofrecen dos toallas de ducha, a juego con las del lavabo, algo escasas de tamaño pero de calidad correcta. La bañera, que está bastante sobreelevada, ofrece en su perfil el pie de ducha. Media mampara de cristal fija evita que el agua de la ducha se derrame por fuera. Grifo monomando en una de las paredes laterales con un tubo flexible que lleva a un grifo de teléfono generoso. Aunque la temperatura del agua es adecuada, la presión y el caudal dejan bastante que desear. Anclados a la pared hay tres botes -decorados con motivos florales- dispensadores de gel, champú y acondicionador.
Por la mañana, en la salida el mismo caos en los mostradores. Demasiados empleados en cada uno de los mostradores para un servicio de salida demasiado atropellado y caótico en el que no saben si ya hemos pagado o no la habitación con la reserva... Por fin, adios.
Calidad/precio: 7Servicio: 6Ambiente: 8Habitación: 8Baño: 8Estado de conservación: 8.5Desayuno: Valoración general: 8