“Rendición”, de Ray Loriga (seudónimo)

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

Premio Alfaguara de novela 2017

«¿Quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias?»
«La gente que sabe contar historias siempre tiene compañía.»

El jurado, presidido por la escritora mexicana Elena Poniatowska, destacó lo siguiente del premio: “Sin caer en moralismos, a través de una voz humilde y reflexiva con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos”.

Cubierta de: ‘Rendición’ (Premio Alfaguara de novela 2017)

Una familia de refugiados se ve obligada a abandonar su casa y sus tierras para recorrer un paisaje devastado por la guerra hasta una ciudad de cristal y la promesa de un futuro protegido. Pero la vida sin derrotas ni dudas no es ningún triunfo, sino la rendición más verdadera. Ray Loriga traza en esta novela un relato sobre la dignidad de la rebeldía. Reivindicar la propia desdicha, desconfiar de la felicidad, admirar desde lejos la victoria: en eso radica la condición humana. Si no duele, no es vida.

El jurado del Premio Alfaguara de novela 2017 ha premiado «una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos. A través de una voz humilde y reflexiva con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos. La trama de Rendición sorprende a cada página hasta conducirnos a un final impactante que resuena en el lector tiempo después de cerrar el libro.»

Dividida en tres partes (exilio, ciudad transparente y vuelta a los orígenes), todo en esta novela resulta sorprendente y necesario desde el punto de vista narrativo, como si la historia hubiera emergido, esculpida, de una roca que ya la contuviese. Igual que en las fábulas y en algunas narraciones clásicas, el destino de los personajes es una consecuencia de su naturaleza.
Han pasado ya diez largos años desde que estalló la guerra, y el matrimonio sigue sin conocer el paradero de sus hijos, sin saber si su país fue el agresor o el agredido. Fuera cual fuese el origen de la contienda, él, hombre de campo, y ella, su antigua patrona, siguen amándose y sus vidas transcurren sencilla y rutinariamente.
En la comarca, la vida ha continuado entre el temor a la delación y la añoranza de los que fueron al frente. Un día un muchacho que no habla entra en su propiedad. Al principio lo esconden, casi como un prisionero al que no fuera necesario cerrarle la puerta de su prisión, pero acaban por tomarle cierto cariño, le ponen nombre —Julio— y,
cuando llega el momento de evacuar la zona por seguridad y poner rumbo a la ciudad transparente, los tres parten juntos. De alguna manera, el niño Julio ayuda a amortiguar el dolor por la ausencia de los hijos soldados.
Tras un viaje de calamidades y traiciones mezquinas por un campo sembrado de minas, cadáveres y propiedades saqueadas, los refugiados llegan a la ciudad transparente. Las puertas de la metrópoli muestran una clara advertencia: el aire mece los cuerpos sin vida de los traidores. Pero un futuro protegido parece aguardarles en interior, donde todo es de dominio público y extrañamente alegre.
No es de extrañar que, a pesar de los ajusticiados que acaban de ver, abracen la vida diáfana de la ciudad transparente con agradecimiento y conformidad. Más aún cuando ahí toda inquietud es atendida por amables profesionales. Pero el hecho es que, por más que uno sospeche de sí mismo, el ánimo parece haber perdido, en el proceso de cristalización al que se somete a todos los ciudadanos, la capacidad de languidecer o de esquinarse.
En la ciudad impera un orden riguroso, una calma autoritaria y una absoluta transparencia: no están permitidos los secretos ni las paredes opacas. La temperatura es constante y los olores no existen. Los recuerdos desaparecen; no existe intimidad, ni siquiera se puede sentir miedo. Hasta el momento en que la conciencia despierta y se impone asumir las consecuencias.

«La obra fue presentada con el título Victoria y bajo el seudónimo Sebastián Verón

El lector que asocia el nombre de Ray Loriga con narraciones urbanas, se sorprenderá al descubrir aquí un relato arraigado en valores más asociados con la vida rural: la humildad, la paciencia, el silencio, la vuelta a lo esencial. Y una prosa muy especial que acompaña ese espíritu: la musicalidad discreta de quien se piensa mucho lo que dice. Una voz narradora exquisitamente construida que combina la ternura, con el humor, la tenacidad, la reflexión y el recuerdo sumerge al lector desde la primera página en una historia que necesariamente ha de sonarnos cercana, como si se tratara de la nuestra hoy, cuando nos mostramos voluntariamente expuestos a los demás y renunciamos a tener una vida más allá de lo público.

Rendición nos hace pensar en El cuento de la criada de Margaret Atwood, en Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, y, también, por supuesto, en 1984 de George Orwell y en El castillo de Kafka. En todos esos libros se describen sociedades alienadas o en las que no existen los secretos, y en las que, bajo la amenaza de una violencia más o menos explícita, se quiebra la dignidad de las personas y se diluyen las almas. Pero si algo ha caracterizado siempre a los personajes de Ray Loriga es la integridad que deriva de la rebeldía. El narrador de Rendición no es diferente, aunque tarde toda su vida en comprender una verdad radical: «la gente como yo, sin fe en el futuro, fuimos siempre el enemigo».

Pese a esto, Rendición no es un libro solemne, está lleno de humor; es tierno y a veces muy salvaje. La sagacidad de cada frase y su precisión poética brindan al lector la sensación de que sus palabras iluminan íntimas verdades. Por la digna humildad de la voz del narrador, por la precisión y belleza de su lenguaje, por su original trama y por la capacidad para conmover y sorprender al lector, Rendición es una obra de plena madurez de Ray Loriga.

Lee y disfruta de un fragmento de la novela.

Ray Loriga

El autor:
Jorge Loriga Torrenova, conocido como Ray Loriga (Madrid, 5 de marzo de 1967), novelista, guionista y director de cine, es autor de las novelas Lo peor de todo (1992), Héroes (1993), Caídos del cielo (1995), Tokio ya no nos quiere (1999), Trífero (2000 y 2014), El hombre que inventó Manhattan (2004), Ya sólo habla de amor (2008), Sombrero y Mississippi (2010), El bebedor de lágrimas (2011) y Za Za, emperador de Ibiza (2014), y de los libros de relatos Días extraños (1994), Días aún más extraños (2007) y Los oficiales y El destino de Cordelia (2009). Su obra literaria, traducida a catorce idiomas, es una de las mejor valoradas por la crítica nacional e internacional. Como guionista de cine ha colaborado, entre otros, con Pedro Almodóvar y Carlos Saura. Ha dirigido las películas La pistola de mi hermano, adaptación de su novela Caídos del cielo, y Teresa, el cuerpo de Cristo. Ha colaborado en publicaciones como Ajoblanco, El Europeo y El País.

El libro:
Rendición ha sido publicado por el Sello Alfaguara en su Colección Hispánica. Encuadernado en tapa blanda con solapa, tiene 216 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo un vídeo grabado por la agencia EFE durante la entrega del premio Alfaguara.

Para saber más:
Rendición
ha sido declarada ganadora del Premio Alfaguara de novela 2017 por mayoría. El premio está dotado con 175.000 dólares (165.000 euros aproximadamente) y una escultura de Martín Chirino. La obra fue presentada con el título Victoria y bajo el seudónimo Sebastián Verón. El jurado estuvo presidido por la escritora Elena Poniatowska, y compuesto por la librera Eva Cosculluela, los escritores Juan Cruz, Marcos Giralt Torrente, Andrés Neuman, Santiago Roncagliolo y Samanta Schweblin, y la editora de Alfaguara Pilar Reyes (con voz pero sin voto).

En esta convocatoria se han recibido 665 manuscritos, de los cuáles 305 han sido remitidos desde España, 107 desde Argentina, 91 desde México, 50 desde Colombia, 48 desde Estados Unidos, 23 desde Chile, 21 desde Perú y 20 desde Uruguay.
En la entrega del premio Ray Loriga resaltó la ilusión que le ha hecho recibir este premio en su XX edición, que coincide con el año en que se ha celebrado su 50 cumpleaños y cuando se cumplen también 25 años de su primera novela (Lo peor de todo).

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