“No se puede hacer más lento” es, posiblemente, la frase más conocida de este gran ilusionista.
“Yo no sé si me recuerdan más por la frase o por mi nombre”, o algo así fue lo que me dijo. Es que en casi una hora de charla tiró tantas frases, que me cuesta recordar cada una en forma textual.
Fue casi por casualidad, o quizás totalmente por casualidad, que tuve el tremendo placer de visitar al “Maestro” René Lavand, uno de los magos más importantes del mundo en la actualidad. El encuentro fue en su casa, en la ciudad de Tandil. Dije visitar pero creo que podría decir conocer, porque estuve con el René Lavand íntimo, el que me esperaba sentado en un amplio sofá, en un hermoso ambiente de madera aromatizado por incienso, escuchando Beethoven.
Su mirada, sus pausas y cadencias, su ritmo y su palabra lo definen a cada segundo. Cuando me hablaba, miraba más allá, como buscando donde inspirarse para luego expresarse. Eso me llamaba la atención porque parecía elaborar todo lo que estaba por decir, como cuando actúa. Más tarde entendí cuando citando a Mae West me dijo: “La cosa no está en lo que se hace, sino en cómo se hace. La cosa no está en lo que se dice, sino en cómo se dice. Y por sobre todo, cómo se mira, cuando se hace y se dice “. Él vive así, él es así, es la misma persona y personaje, tanto arriba como abajo del escenario. Cada surco de su cara me contagió historia, experiencia y sabiduría. Antes de irme me dijo: “a ver si nos entendemos y el viejo te sirve pa´algo. Y si no te sirve pa´algo lo que te dice el viejo lo tirás ahí, en la zanja, y se acabó, y seguí tu camino por el mundo”. Y vaya si me sirve. Tantas cosas que dijo me siguen retumbando en la cabeza, cosas de la magia sí, pero también cosas de la vida.
Sus relatos están llenos de nombres de gente del mundo del ilusionismo, inalcanzables para mí, de gente brillante, de gente que él cruzó en su vida. Amigo de Dai Vernon, de Tina Lenert, de David Copperfield y de Juan Tamariz, por solo nombrar algunos. Entrevistado por Ed Sullivan o Jhonny Carson o invitado a actuar en el Cabaret du Monde o en el Castillo Mágico de Hollywood, no puedo más que decir que René Lavand es toda “una institución”, y yo lo tenía ahí, sentado y charlando plácidamente, compartiendo una hora de nuestras vidas que recordaré por siempre.
No le gusta la palabra magia, prefiere ilusionismo. No le gusta la palabra mago, prefiere artista. Desde su mirada, y yo creo autoridad, avala o critica a discreción, habla de técnica, de arte, de asombro y de belleza, todo en su justa medida, “hay que dosificar” repitió varias veces.
Tuve el enorme placer de contarle y de mostrarle lo que hacemos por el mundo. Vimos juntos uno de los videos de reacciones de chiquitos africanos frente a la magia, frente al ilusionismo. Se quedó en silencio y sin quitar la vista de la pantalla de mi netbook, me preguntó: “¿Pero qué es lo que estabas haciendo?” Hombre acostumbrado al asombro, me sorprendió con su pregunta. Le conté y me dijo: “Eso es reivindicar el arte de la magia. Reivindiquen”.
Mi experiencia en este arte que amo, poca o mucha según como se lo analice, me llevó a sacar conclusiones, increíblemente muchas de ellas coincidían con las de René, y eso me llenó de orgullo y recordé inmediatamente cómo me sentía el día que escribí el post “No me canso y no me canso” luego de una presentación en una escuelita rural en África.
Los que quieran ver una presentación de René Lavand deberán apurarse porque me confesó que se está por retirar. Eso sí, textualmente me aclaró que primero está esperando que lo haga Mirtha Legrand (actriz y presentadora de televisión) y luego sí, él se retira. Me causó mucha gracia su comentario, un fenómeno René. Otro día que guardaré en el arcón de los recuerdos imborrables que, por suerte, está muy lleno y que la colección no se detiene…
Cada día que pasa me convenzo más y más que con Aldana tomamos la decisión correcta. El día que conocí a René Lavand era un miércoles a las 11 de la mañana y eso fue posible porque hace casi cuatro años decidimos cambiar nuestro estilo de vida y sentirnos libres.
Conversando en otro sector de la casa.
La felicidad en la cara.
Las cartas siempre en el medio.
Un recuerdo para siempre.
Acá fue cuando me dijo lo de Mirtha Legrand y no pude contener la risa.
Antes de la gran visita, lo vi en uno de los monumentos que le hicieron en el propio Palacio Municipal. El paseo está abierto al público.
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