Renunciar a la felicidad…

Por Mbbp

Aunque te parezca mentira, pasamos mucho tiempo de nuestra vida resistiéndonos a la felicidad. Cada vez que intentamos forzar la vida hacia un camino que sentimos no es el nuestro, cada vez que no nos concedemos el derecho de vivir momentos felices, nos resistimos a la felicidad y a lo que eso conlleva. Porque, alrededor nuestro hay personas a las que seguramente decimos amar, pero padecen -directa o indirectamente- nuestra falta de felicidad o, lo que es lo mismo, nuestra felicidad a medias o, en el extremo, nuestra infelicidad.

No hay lección más difícil y dura que ver a alguien que quieres infeliz o, lo que es lo mismo, renunciar a su felicidad, aunque lo haga porque lo sienta así -pues a veces el corazón impone la tristeza, para despertar- o la mente exija sufrimiento, por pena o culpa, qué más da. Los padres sabemos bien -o debemos aprender- qué es sentir el dolor de un hijo ante una situación adversa y no poder hacer nada al respecto, pues simplemente debemos aceptar que el sufrimiento enseña y es la mejor y más rápida forma de aprender. Aún así, el sufrimiento propio y el ajeno son difíciles de gestionar. Porque incluso con nuestro dolor podemos fluir, mirarlo de cara y esperar a que pase, que no será antes de que decidamos volver a la felicidad y al amor… a nosotros mismos y a los demás. El dolor ajeno, en cambio, se ha de respetar, pues depende únicamente del otro y del tiempo que tarde en decidir volver a la felicidad o, al menos, abandonar la infelicidad!

Durante muchos años de mi vida -diría que una mayoría- renuncié al amor y a la felicidad, voluntariamente. Quería estar preparado para ellos, antes de llegar buscarlos y vivirlos como se merecían. Craso error, de esos que te hacen ruborizar, cuando te das cuenta de que el amor y la felicidad te los encuentras en la propia vida, si los quieres ver y sentir. Para aprender, basta vivirlos cada vez que llegan y/o cuando tienes la oportunidad! Solo así se aprende a vivir, de verdad! Un buen día te das cuenta de que tienes derecho -cuando no, el deber- a vivirlos, cada instante que puedas, aunque sea porque no sabes cuánto más vivirás! Y aprendes que es humano sentir dolor y que el sufrimiento, en cambio, muchas veces no es más que una mala adicción…

A mí cada día más me cuesta renunciar a la felicidad y siempre me hago estas preguntas. ¿Si supieras que hoy es el último día de tu vida, lo vivirías como lo haces hoy? ¿Sin miedo a equivocarte, harías lo mismo? ¿Qué escogerías de tu vida si pudieras, lo vivido o solo a lo que siempre soñaste y no tuviste el valor de vivir, cuando tuviste la oportunidad? ¿Qué ven en ti y en tu manera de vivir los que te quieren de verdad? ¿Crees que así es como te quieren recordar?

Etiquetas: felicidad, sufrimiento, vida