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Hosni Mubarak, fue respaldado por el enviado especial norteamericano, Frank Wisner, aunque una fuente del gobierno de ese país desautorizó las declaraciones y dijo que hablaba a título personal, según ANSA.
La estrategia de aparente depuración del PND, aún cuando Mubarak se mantenga o no como su líder, es vista como un arma potencialmente efectiva para trasmitir a los opositores el mensaje de que ya está en marcha el proceso de transición hacia una mayor apertura democrática.
La televisión estatal confirmó los rumores de que el vicepresidente Omar Suleiman había comenzado los encuentros con los dirigentes de la oposición. Decenas de miles de manifestantes se movilizaron a la Plaza Tahrir, donde el ejército custodia los accesos y alrededores con puestos de control cada 200 metros.
Tras doce días, la plaza estuvo llena de manifestantes. Siguen reclamando la renuncia de Mubarak.
Uno de los primeros en informar sobre el desarrollo de reuniones entre representantes del gobierno y líderes de la oposición de Egipto hoy para discutir la crisis política, fue el Departamento de Estado norteamericano. "Alentamos un diálogo más amplio y más pasos para construir confianza en la transición", dijo el vocero de la cancillería estadounidense, Philip Crowley.
Luego, la televisión de Estado egipcia reportó que efectivamente el vicepresidente Omar Suleiman conducía los encuentros con miembros de la oposición.
Según el canal estatal Nile TV, dentro de la dimisión en pleno del liderazgo del partido mayoritario, sobresalió también el reemplazo de Gamal Mubarak, hijo del mandatario y visto como su posible sucesor, por Hossam Badrawi, un político considerado parte del ala liberal.
Gamal Mubarak era jefe del comité de políticas del PND y Badrawi era el titular de su comité de educación, pero asumió el cargo que tenía el hijo del mandatario y, además, el de secretario general, del cual se apartó Safwat El-Sharif.
Las dimisiones de hoy son las concesiones más recientes de las autoridades forzadas por la presión popular, de ahí que analistas estimen que, aún sin la caída de Mubarak, el movimiento opositor ya ha ganado bastante al provocar el desmantelamiento de un Gobierno.
Los cambios en la cúpula política gobernante se producen en el duodécimo día de protestas en varias localidades del país, básicamente en el centro de esta capital, donde permanecen instalados cientos de opositores para defender ese lugar símbolo de la rebelión.
Aunque sin la dimensión de la jornada del viernes, denominada "día de la salida" por la pretensión de que Mubarak anunciara su renuncia a la presidencia, las protestas continuaron este sábado con menos resonancia, pero sin dejar de acaparar la atención nacional.
El jefe del Comando Central del Ejército, general Hassan El-Rawini, visitó la plaza Tahrir y pidió a los manifestantes que depusieran su protesta y retomaran el diálogo con el Gobierno, mientras el primer ministro, Ahmed Shafiq, insistió en pláticas con todas las fuerzas.
Shafiq se mostró convencido del fraccionamiento de la oposición, al confirmar que al menos tres partidos minoritarios accedieron a conversar con el vicepresidente, Omar Suleiman, sobre vías para iniciar la reforma constitucional prometida e introducir cambios democráticos.
Este sábado, la inmensa mayoría de tiendas y negocios abrieron, los puestos callejeros volvieron a vender y el tráfico -fuera de lo que es el entorno a la Plaza Tahrir- mostró su habitual rostro anárquico y bullicioso, pero funcionó sin grandes contratiempos.
Para este domingo está previsto que reabran los bancos y la bolsa de valores, luego de nueve días paralizados, así como las universidades, que estaban en exámenes cuando estallaron las manifestaciones antigubernamentales el 25 de enero pasado.