La intervención en Afganistán y la escalada de violencia entre palestinos e israelíes animaron a Estados Unidos a crear un ¿eje del mal¿ en torno a Irán, Iraq y Corea del Norte. ¿Qué razones explican la amenaza de Iraq? ¿Qué planes tenía George W. Bush? ¿Quería Saddam Hussein recobrar el antiguo esplendor de Mesopotamia? En este artículo hablamos de todas estas cosas.
Saddam Hussein, Irak y el esplendor de Babilonia.
Iraq estaba de actualidad. La posible nueva intervención militar norteamericana contra Saddam Hussein amenazaba una ya precaria estabilidad en la región de Oriente Próximo. La importancia de Iraq y el régimen de Saddam Hussein debe ser contemplada (sobre todo desde los ojos de 2014) desde una doble perspectiva: la de su situación geográfica (en el ámbito de los países del golfo Pérsico, a los que el petróleo les confiere un valor geopolítico de primera magnitud) y la de los países árabes e islámicos, caracterizada por las complejas relaciones entre ellos y con Israel.
Las fronteras de Iraq. Los limites territoriales de Iraq son producto de la desmembración del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial y el trazado de fronteras se concibió de acuerdo con los intereses británicos en la región. Encajado entre seis estados, Iraq cuenta con una historia de mala vecindad, en la que las reivindicaciones territoriales van a convertirse en espoletas de diversas crisis regionales.
Petróleo y oleoductos. Aunque es un importante productor energético, sus vías de distribución se encuentran limitadas por su escasa salida marítima. La construcción de oleoductos, bien hacia el Mediterráneo (vía Siria o Turquía), bien hacia el golfo Pérsico, ha ido pareja a unas relaciones de vecindad conflictivas. Iraq ha utilizado este importante sector económico, especialmente desde su nacionalización en 1973, para intentar ampliar sus recursos petroleros y facilitar su comercialización. Para ello ha impugnado el trazado de fronteras internacionales (guerras contra Irán y Kuwayt) y ha presionado a la OPEP para resolver su crisis financiera. La riqueza petrolera ha sido aprovechada en un tenso marco regional, en pro de un programa de rearme y de una permanente conflictividad, tanto interna como externa.
Un estado en busca de identidad nacional
El nuevo Estado de Iraq, creado como reino en 1922, estaba formado por tres provincias otomanas que nunca habían constituido un único país, y entre las que existen diferencias etnolingüísticas y religiosas: el pueblo kurdo ( 27 por ciento) en el norte, una minoría árabe sunní (20 por ciento) en el centro y una mayoritaria población chií (55 por ciento) en el sur de la región, en la que se sitúan los santos lugares del chiismo (Kerbala o Nayaf). La yuxtaposición de estas tres realidades exigió la búsqueda de un equilibrio
La oligarquía Sunní. El problema de la integración nacional de las tres comunidades residía en determinar cómo gestionar su participación en la estructuración del nuevo Estado. Los británicos, que tutelaron el país tras la primera Guerra Mundial, se apoyaron en la oligarquía árabe sunní, que constituyó la génesis política y administrativa del nuevo régimen, consagrando el triunfo de esta minoría sobre los chiitas y los kurdos. La represión y exclusión de estos últimos por parte del régimen ha sido una de las constantes de la vida de este joven Estado.
El ejército. Estamento imprescindible que controla las disidencias internas y facilita la centralización del poder. Pieza clave de la organización estatal, ha intervenido en la vida política del país hasta convertirse en su verdadero protagonista.
La capacidad de revuelta chií. La fuerza y capacidad de movilización de la población chií iraquí se explica por su peso sociodemográfico, y por el éxito que desde el siglo IX tuvo el movimiento reformista islámico en el actual territorio de Iraq, que dio origen a esta poderosa corriente islamista. La elite chiita se convirtió en la más encarnizada adversaria del control económico europeo, para lo cual apeló a la defensa del islam y al panislamismo y alertó de los perjuicios culturales que tendría tal dominación.
La emergencia, en los años 50, del movimiento panarabista y secularizante que representó el partido Baaz fue percibida por los chiíes como principal rival de su panislamismo. El Baaz hizo del activismo chií el principal objetivo de su política represiva, marginándolo en las escalas inferiores de los órganos de poder. Desde su creación, el partido Al-Da¿wa al-Islamiya (¿la predicación islámica¿) se convirtió en el más fuerte opositor al régimen baazista. En momentos de máxima tensión con el vecino Irán, los chiíes iraquíes fueron las primeras víctimas de la represión interna.
La oposición kurda. Víctima del despedazamiento del Imperio Otomano, el pueblo kurdo, de origen indoeuropeo y con lengua propia, constituido por veintitrés millones de personas repartidas entre diversos Estados, se ha convertido en un pueblo sin Estado. La reclamación de los derechos de autonomía, prometidos por los británicos y asumidos por el Gobierno iraquí, ha sido el objetivo central de su acción política. En los años inmediatos a la creación de la república de Iraq, que proclamaba la igualdad de árabes y kurdos, se autorizó la existencia del Partido Demócrata Kurdo (PDK). Pero la política de arabización emprendida por el régimen en el Kurdistán en 1961, enajenó al PDK, que alentó una revuelta e inició una guerra civil que se prolongó catorce años.
Los kurdos y el ¿sha¿. La cuestión kurda se mezcló en las conflictivas relaciones que mantenía Iraq con el régimen iraní del sha durante los años 60 y 70. Este financió durante años, con el apoyo de la CIA, la guerrilla en el Kurdistán iraquí. La Ley de Autonomía, otorgada en 1974, no satisfizo al PDK que reemprendió la lucha con el apoyo de Irán. El Acuerdo de Argel de 1975, entre Irán e Iraq, resolvió un viejo contencioso territorial entre los dos países, al conceder Iraq la mitad de las aguas del Chatt el-Arab a Irán. Sin embargo, la cuestión kurda se encuentra lejos de una solución definitiva, a pesar de que en 1992 la ONU estableció el control sobre la región.
Breve cronología de la historia moderna de Irak.
1922
El Reino Unido reconoce a Faisal I, rey de Iraq.
1932
Iraq ingresa en la Sociedad de Naciones.
1961
Da inicio la guerra civil kurdo-iraquí.
1979
Saddam Hussein es proclamado presidente.
1980
Guerra entre Irán e Iraq.
1988
La ONU impone un alto el fuego en la guerra irano-iraquí.
1990
Iraq invade Kuwayt.
1991
Guerra del Golfo y levantamiento de kurdos y chiíes.
1997
Crisis con Estados Unidos y la ONU, por el control de arsenales militares.
1998
Operación Zorro del Desierto.
2001
Estados Unidos declara a Iraq como uno de los países del eje del mal.
2002
Iraq decide el mes de marzo interrumpir por un mes el suministro de petróleo.
Del panarabismo al tribalismo
El partido Baaz de Iraq. Partido laico creado en 1951, de ideología socialista y panarabista, con presencia también Siria. Con el apoyo de distintas facciones del Ejército, se instaló en el poder como partido único en 1968. El baazismo se caracterizó en sus inicios por su espíritu antitribal, pues veía en la tribu un impedimento para la transformación socialista. No obstante, sus ideales derivaron desde el panarabismo al tribalismo clánico y su socialismo, en una práctica patrimonialista del Estado. En 1957, Saddam Hussein se afilió al partido haciendo su carrera en el aparato de seguridad (policía secreta y central de inteligencia).
El clan de Takrit. Desde la revolución de 1968, el régimen se basó en un sistema de fidelidades tribales y familiares. El clan de Takrit, del que procede el propio Saddam, recompensaba la lealtad de sus miembros con el reparto de prebendas y beneficios, de forma que las relaciones de parentesco y la clase militar controlan el Estado. Desde la guerra del Golfo en 1991, Iraq ha padecido un intenso proceso de tribalización, por el cual los parientes del clan ocupan puestos políticos y económicos privilegiados como ministros, consejeros, administradores de las rentas del petróleo y de la industria armamentista o artífices del lucrativo contrabando.
Una sociedad amordazada. Desde la llegada de Saddam Hussein a la presidencia de la República en julio de 1979, este concentra en su persona la presidencia del Estado, del partido y del Ejército. La combinación del uso del terror (como depuraciones de comunistas, baazista e islamistas) y la utilización de armas químicas contra los kurdos o el silencio a cualquier crítica han comportado un desaliento general de la población. Su única base social de apoyo se limita a su clan familiar. La dictadura de Saddam Hussein es también fruto de las intervenciones de los países occidentales en la zona, de los cuales se ha servido para reforzar su poder.
La guerra como instrumento de legitimación del régimen
Petróleo e Islam. En septiembre de 1980 estalló una guerra abierta entre Irán e Iraq. Saddam justificó la guerra contra Irán en el interior a través de la reivindicación patriótica (la frontera iraní en el Chatt el-Arab). Por otra parte, el miedo a la expansión de la revolución iraní le proporcionó el apoyo del mundo Occidental, de la mayoría de los países árabes y de la URSS, temerosa de que esta desestabilizase sus repúblicas musulmanas y su intervención en Afganistán. De esta manera, consiguió ampliar su control sobre el petróleo en la zona. En 1988, cuando la guerra puso en peligro el aprovisionamiento de crudo en el golfo Pérsico, se produjo la intervención de la ONU que llamó a un alto el fuego.
Deuda externa y petróleo. El fuerte endeudamiento de Iraq tras la guerra, debido a la compra de armas y los costes de financiación de la reconstrucción del país, se agravó, con el descenso del precio del petróleo fruto de la crisis asiática. Estos hechos reactivaron las veleidades del presidente. Consideró que sus aliados debían agradecerle su labor de contención de la revolución iraní, y exigió la condonación de su deuda exterior y una reducción de la producción del petróleo para provocar un aumento de su precio. De lo contrario, amenazaba con invadir Kuwayt, cuya independencia no había reconocido plenamente. La invasión iraquí del emirato provocó la Guerra del Golfo. Estados Unidos y los países occidentales enviaron tropas a la zona para salvaguardar sus intereses. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la Liga Árabe condenaron la intervención militar de Saddam y un embargo decretado por la ONU dejó aislado a Iraq.
Embargo, miseria y poder. El embargo no solo ha sometido al pueblo iraquí al hambre y la miseria sino que ha sido utilizado estratégicamente por Saddam, quien ha agudizado la penuria de sus adversarios internos, mientras que los bienes disponibles (incrementados por el contrabando de petróleo) han sido utilizados como prebendas por su clientela. Incluso se perdió la oportunidad de que el régimen pudiera ser derrocado por la oposición chií y kurda que, aprovechando el contexto de la guerra, lanzó una nueva ofensiva en la primavera de 1991. Todo ello ha reforzado la posición de Saddam, que aprovecha el aislamiento internacional para actuar con total impunidad.
El aplazamiento de las sanciones internacionales impuestas por la ONU (Unscom) entre 1997 y 1998 ha facilitado que el ejército iraquí conserve una gran capacidad operativa. Washington prefería seguir obteniendo provecho de la tutela internacional de Iraq al que, a pesar del embargo, se lo autorizaba a duplicar su cuota semestral de exportación de petróleo dentro del plan petróleo por alimentos.
Un régimen a derrocar. El manejo de su potencial financiero energético y el aislamiento internacional han permitido a Saddam Hussein un precario anclaje en el poder absoluto. El Congreso norteamericano adoptó en 1998 el Iraq Liberation Act, que preveía millones de dólares de apoyo a la oposición iraquí en el exterior. Pero el dictador iraquí sabía que la oposición, clandestina o en el exilio, estaba muy dividida y era incapaz de ofrecer una alternativa a la situación política interna.
Iraq en ¿el eje del mal¿. La persistente tensión y beligerancia del régimen iraquí, su reconocida enemistad con Israel y el inconcluso plan de la ONU para llevar a cabo el desarme han potenciado la animadversión de Estados Unidos hacia Saddam Hussein, al que se acusa de disponer de armas de destrucción masiva y de dar apoyo (aún sin comprobar) al grupo al Qaeda y a los terroristas palestinos. Un doble temor asalta a la oposición iraquí: el incremento del sufrimiento de la población y que los norteamericanos se planteen dividir Iraq en tres pequeños estados, cuando lo que desean es un régimen capaz de superar la más grave crisis del Iraq moderno.
¿Qué hacer con iraq? Aunque el régimen de Bagdad está muy quebrantado por las sanciones que sufre desde hace más de diez años y por las defecciones familiares y las revueltas tribales de 1995 que desestabilizan los pilares del régimen, este no parece que vaya a desmoronarse. La experiencia histórica obliga a meditar sobre la eficacia de un ataque a Iraq si no se prevén objetivos políticos concretos a largo plazo que tengan en cuenta el marco regional de Oriente Medio. La amenaza para la estabilidad mundial, tanto en el plano político como en el económico por el alza de los precios del petróleo, cobraría más importancia si se concretan los ataques militares norteamericanos.
Ficha
Nombre oficial: República de Iraq.
Capital: Bagdad.
Superficie: 434.924 kilómetros cuadrados.
Población: 21.800.000 habitantes.
Gobierno: Estado árabe. La zona que queda al norte de las antiguas líneas del frente de 1991 vive una situación de casi independencia, bajo protección de la ONU.
Moneda: Dinar.
Analfabetismo: Entre el 35 y el 55 por ciento.
Religión: Musulmana (sunní y chií). Existe también una pequeña comunidad cristiana ortodoxa.
Idiomas: Árabe, kurdo, sirio (los tres oficiales), turcomano, persa y sabeo.
El esplendor de Babilonia
La vida social y económica de Iraq se centra en el cauce medio de los ríos Éufrates y Tigris, y en la desembocadura de ambos en el golfo Pérsico. Esta región, conocida históricamente como Mesopotamia, es una de las cunas del hombre moderno. Aquí nacieron la agricultura, la escritura y el comercio. Algunas de sus ciudades, como Nínive, Babilonia o Ctesifonte, fueron los centros de algunos de los imperios más célebres de la antigüedad. A partir del siglo X, las ciudades de Bagdad y Basora se convirtieron en uno de los principales polos políticos, culturales y económicos del mundo árabe. En el siglo XVI el Imperio Otomano conquistó la región y esta se sumió en un largo período de decadencia, hasta que en los años 20 del siglo XX compañías petroleras inglesas descubrieron una de las más importantes reservas de crudo del mundo.
La megalomanía de Saddam Hussein no solo ha estado presente en el plano político y económico. Consciente de que Iraq necesita una vertebración nacional interna y de que, además, ha sido uno de los referente culturales de Oriente Próximo, el régimen iraquí ha desarrollado desde los años 80 un amplio programa de reconstrucción arqueológica, que abarca la torre de Samarra, el palacio de Nabucodonosor o la puerta de Ishtar, con el fin de justificar un pasado glorioso del país. Unas obras más interesadas en la espectacularidad y el carácter colosal de estas construcciones que en la recuperación de una memoria histórica del pasado.
Protagonistas, Piezas del tablero
PROTAGONISTAS
Saddam Hussein al-Takriti
Originario de la región de Takrit, es hijo de campesinos sin tierras y se caracteriza por una permanente actitud violenta. Seducido por ideales laicos, nacionalistas y revolucionarios, se incorporó en 1957 al Partido Baaz. No obstante, en su estrategia utilizó la retórica religiosa frente a EE.UU., presentando la guerra contra Irán como el último episodio entre árabes sunnies y persas chiitas. Tres de sus hermanos han ocupado puestos privilegiados (como ministros y consejeros) y no siempre en armonía con Saddam: uno fue destituido como ministro del Interior; otro, cesado como jefe de la Seguridad, y el tercero estuvo aislado en Suiza acusado de deslealtades. Pero los tres volvieron a servir a Saddam como asesores y administraron feudos económicos de negocios irregulares y de contrabando de productos de lujo.
Nayi Sabri al-Hadizi
Ministro de Exteriores iraquí, ha acordado reanudar su diálogo con la ONU sobre supervisión de los arsenales iraquíes, pero rechaza cualquier resolución que no levante el embargo.
George W. Bush
Presidente republicano de Estados Unidos desde enero de 2001 e hijo de George Bush, el mandatario que en 1991 derrotó a Iraq en la Guerra del Golfo. Está decidió a continuar la obra de su padre y derrocar por vía militar a Saddam Hussein.
Collin Powell
Secretario de Estado norteamericano con Bush Jr. Fue el militar que dirigió la operación militar norteamericana contra Iraq en 1991.
PIEZAS DEL TABLERO
EE.UU.: Ha mantenido una posición intransigente tras la guerra del Golfo. Su política exterior en Oriente Próximo está basada en la defensa de la postura israelí y en obtener la máxima rentabilidad del petróleo. Pretende el apoyo de la OTAN y su retórica política sobre seguridad se acompaña de un plan de rearme propio que despierta rechazo entre sus aliados. Además, su política en la región está desacreditada por su doble rasero.
Reino Unido: La actitud británica permanece inalterada en su alineamiento con los EE.UU. Las viejas rivalidades políticas y petroleras con Iraq, los intereses financieros en la región y el cobijo prestado a la oposición iraquí refuerzan su posición política de enfrentamiento con Iraq. Pero su participación militar podría dividir al laborismo.
Rusia: Su densa red de relaciones en la región y la esperanza de recuperar la deuda iraquí la inclinan a intentar la negociación con una nueva intervención de la ONU.
ONU: Preparada para renovar la misión de inspección de arsenales, interrumpida en 1998, debería comenzar por poner fin al embargo que diezma a la población y sirve de instrumento político de su dictador, y por promover una política de respeto a los derechos humanos. Sin embargo, el levantamiento de sanciones choca siempre con el veto norteamericano.
UE: Los diferentes puntos de vista de sus miembros le restan cohesión para afianzarse como alternativa a los Estados Unidos. Alemania y Francia han alertado a los norteamericanos que distingan entre Estados aliados y países satélites.
La Liga Árabe: La diversidad de Estados que la componen la incapacita para presentarse como un actor válido y con influencia política en la comunidad internacional. No obstante, todos los países árabes manifiestan estar indignados por la represión palestina.
China: Forma parte de la coalición diplomática contra el terrorismo, pero no de la militar. Esta colaboración antiterrorista está limitada por la disparidad de métodos y objetivos entre ambos. Critica el despliegue de tropas norteamericanas en la zona en base a sus intereses de seguridad.
MALA VECINDAD
Siria: El cisma ideológico entre las dos secciones del partido Baaz por el liderazgo del mundo árabe separa ambos países. En la guerra de 1980 dio su apoyo a Irán.
Irán: Apoya a los chiíes iraquíes. Entre 1980 y 1988 estuvo en guerra con Iraq. En contrapartida, los Muyahidines del Pueblo (la oposición iraní) están establecidos en Iraq.
Jordania: No apoyó a Iraq en su guerra contra Irán. Da refugio a algunas agrupaciones políticas de la oposición, como el Partido de Liberación Islámica y los ex baazistas del Movimiento de la Alianza Nacional. Es el país de refugio de algunos de los yernos de saddam Hussein.
Turquía: El problema con la minoría kurda ha propiciado su intervención militar en el Kurdistán iraquí.
Kuwayt: Su independencia en 1961 no fue reconocida por Iraq. Fue invadida por Saddam en 1990.
Arabia Saudí: Convertida en potencia líder por parte de las monarquías del golfo Pérsico, es la gran aliada de Estados Unidos. Es, además, sede de diversos grupos de oposición en el exilio y eterno rival de Iraq en la OPEP.