No es bueno, para una democracia que "la opinión dada", sea ostentada por una minoría de "escritores de renombre"
A todos los que dicen que "estamos ante una prensa libre, plural e independiente", les contesto que "naranjas de la China". La prensa nunca ha sido un oficio libre en términos absolutos. Ha habido más o menos libertad de expresión, en función de las circunstancias históricas del momento; pero nunca ha existido – ni probablemente existirá – un tejido mediático, cosido por las agujas de la crítica. Los críticos no somos bienaventurados en los corrales de la democracia. No lo somos, como digo, porque existen intereses económicos; encargados de manipular a los tranquilos. Intereses para que el pueblo "no piense". Intereses para que el lector no descubra quién le escribe las noticias. No olvidemos que las noticias son selecciones subjetivas de la realidad. ¿Qué significa eso?, que mientras en el mundo ocurren millones de sucesos, solamente unos pocos se convierten en noticia. Son, precisamente, los poderes mediáticos, quienes deciden qué fenómenos interesan – o no – a la gente.
La prensa se ha convertido en un sinfín de historias repetidas; de millones de titulares al unísono, circulando por la red durante fracciones de segundo. Ante este caos informativo, el lector no tiene tiempo para digerir sus lecturas; para discernir entre información y opinión, y para excavar en las rocas de los renglones. No tiene tiempo, porque lo que está leyendo ahora, caducará en los próximos minutos. Es, precisamente, este ritmo frenético de noticias, y no otro, el veneno que destruye al crítico contemporáneo. En días como hoy, casi nadie se acuerda de los fallecidos por el Ébola. Son muy pocos, los que siguen el devenir de Sierra Leona. Y muy pocos, los que reflexionan sobre futuras epidemias. Al final, como dicen en la calle: "el muerto al hoyo y, el vivo al bollo". Algo lamentable, cierto, pero real como el dolor de mi garganta.
La prensa se ha convertido en un sinfín de titulares al unísono, circulando por la red durante fracciones de segundo
Ante este panorama desolador, es momento de repensar el periodismo. Es necesario un nuevo periodismo, con menos cantidad, y más calidad en sus contenidos. Calidad entendida como la capacidad del periodista para seleccionar, publicar, analizar y reflexionar sobre los hechos. Hace falta un periodismo crítico; alejado del servilismo a los partidos. Hace falta que la prensa se convierta en una oportunidad para la voz de la intelectualidad. Una prensa que abra sus puertas a nuevos talentos en sus secciones de opinión. Nuevos columnistas que reemplacen a los "articulistas de siempre". No es bueno, para una democracia que la opinión dada sea ostentada por una minoría de “escritores de renombre”. No es bueno, como digo, porque ello supone un sesgo para la construcción de la sociedad del conocimiento. Así las cosas, es necesario que los periódicos se conviertan en el motor de la cultura. Solamente así, con la ayuda de la prensa, los nuevos pensadores podrán salir del anonimato; demostrar al mundo su talento y, conseguir hacerse un hueco en la jungla de la escritura. Mientras la prensa no ayude a la cultura, mientras sea reacia a deshacerse de lo viejo, seguiremos alienados por los escritores de siempre.
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