La diferencia entre la excentricidad o el genio la marcan los años. Las ideas inusuales maduran utilizando el tiempo como una gran barrica en la que envejecer para alcanzar el verdadero cuerpo. Buckiminster Fuller murió siendo, en la misma medida, un filósofo, arquitecto e inventor tan genial como extraño. En el siglo XXI sólo nos queda su genial cordura.
Se dice de Bucky, como le conocian sus amistades, que tras sobreponerse al duro golpe de la muerte de su hija en 1927 –le causó una depresión que casi acaba con su vida- decidió volcar todo su potencial creativo en proyectos visionarios con los que mejorar el mundo. Uno de sus diseños, la cúpula geodésica, que permite elevar una estructura con la base de un icosaedro, revolucionó la arquitectura. Fue uno de sus máximos logros, la mayoría demasiado avanzados para las mentes de la época. Se encontraba tantos años por delante del mundo, que el mundo freno su progresión. Con su desaparición, se perdió a un hombre que soñaba con inventar para una humanidad más equitativa y ecológica desde un punto de vista racional, mejoras que él aplicaba en las creaciones denominadas Dymaxion.
Nos toca elevar a los altares un genio indiscutible. Y si aún queda alguna duda sobre su relevancia, sólo resta añadir que uno de los comisarios de la exposición es un tal Norman Foster, discípulo suyo.
¡Ah! Cooliflowerenses; esto es importante: la exposición es GRATIS.
¡Sed felices! (no es obligatorio)