Representación y significado de la Logia

Publicado el 08 febrero 2015 por Habitalia

El Método masónico pretende conducir al ser humano a armonizar de forma virtuosa su pensamiento, palabra y obra. Todo desequilibrio en estos términos nos aleja de la realización personal y del objetivo de la perfección.

No en vano los signos de reconocimiento para cada grado nos evocan la importancia de estos conceptos esenciales, resultando dificultoso con frecuencia pulir aquellos aspectos más sutiles por situarse menos evidentes a nuestro intelecto debido a su ubicación primaria o instintiva.

Son muchas las tradiciones orientales que contemplan al individuo estructurado donde coexisten diversos planos diferenciados en su nivel evolutivo. La experiencia nos advierte de la facilidad de descenso a los inferiores, cuya consecuencia inmediata, es la percepción interna del citado desequilibrio conducente sin duda a un estado de "No Paz" y resultados destructivos y de dispersión tanto internos como externos. No obstante, resulta también fácil para el hombre evolucionado percibir y controlar anticipadamente estos estadios sin gran dificultad, pues de lo contrario la lectura resultante no es otra que deducir que no nos encontramos tan elevados como habíamos presupuesto. El ascenso a estados de conciencia superiores requiere de nuestro permanente examen y rectificación, aportándonos como salario de nuestra empresa una visión más comprensiva y de mejor entendimiento sobre nuestra real naturaleza y pertenencia a un conjunto que podría denominarse "Cósmico".

En este "Todo" convivimos y coexistimos personas de distinto estado evolutivo, y lejos de contemplar vanamente los elementos diferenciales, debemos exigirnos reconocer nuestra común íntima Naturaleza aplicando la práctica de las virtudes cardinales desde la máxima humildad.

Es en estas personas donde se lleva a cabo la perfecta sintonía a la que hacía referencia entre pensamiento, palabra y obra, siendo teoría conceptual y práctica de vida una misma cosa sin contradicción: esto es el Arte Real sin ninguna duda.

Pero para ello precisamos de un lugar único, de espacio-tiempo, donde llevar a cabo el trabajo utópico de alcanzar la Perfección, aproximarnos a ese G.·. A.·. D.·. U.·. para algunos concebido como elemento simbólico de lo Bueno, lo Bello y lo Justo. Ese lugar es la Logia. En ella se fundamenta el crecimiento desde la individualidad colectiva, concepto este que puede aparentar contradictorio, pero que en definitiva no es más que la caracterización de dicho método donde nuestro ser más íntimo puede florecer y crecer libremente gracias a la interacción con el resto del grupo selecto y cerrado al abrigo de la realidad externa, a cubierto de las distorsiones de aquello que denominamos Profano.

Es este conjunto de individualidades que comparten un mismo fin generando un espacio Sagrado, entendido como digno de veneración y respeto, el que configura la Logia, y es solamente en su interior donde esa sinergia constructiva es realizable mediante la vivencia Ritual.

Parece importante precisar seguidamente qué entiendo por Logia: una Comunidad Iniciática reunida por un mismo Rito y alrededor de él.

Sabemos que el Rito, en sí mismo, no tiene necesariamente necesidad de un local puesto que él mismo define el espacio y el tiempo de su celebración, ¡el sólo vehículo del que verdaderamente se necesita somos nosotros! Y es esta estrecha interacción entre el Rito y nosotros mismos lo que hace la Logia.

Partiendo de aquí, estamos obligados a trasportar esta noción material de la Llave a una noción mucho más informal, en todo caso simbólica; la Llave de la Logia se convierte en otra cosa que un simple objeto, es un órgano ritual esencial que nos permite abrirnos a nosotros mismos, y nosotros a los otros, por la intermediación del Rito que es la Puerta.

Del mismo modo que decimos abrir o cerrar una puerta, decimos abrir o cerrar los Trabajos: si las palabras son las mismas, concebimos que se dirigen a dos niveles distintos de comprensión.

La Logia somos nosotros mismos, con y para los otros. La puerta de la Logia es el Rito. La Llave es lo que permite la celebración del Rito. Y esa llave es el elemento articulador de la Palabra.

Los masones hemos querido ligar etimológicamente el término Logia al Logos griego, o Verbo latino," defensa, argumentación, verbo, palabra", en el sentido de que en estos lugares de reunión se habla o se transmite enseñanza a través de la palabra.

Sin embargo no hay evidencia filológica de que ello sea así.

Logia proviene del italiano loggia: 'galería' que a su vez procede del fráncico laubja: 'cobertizo enramado', que posiblemente deriva del término germánico leaf: "hoja".

Sea como fuere, esa heredad simbólica importada de la masonería operativa también nos sería de absoluta utilidad, dado que era en esos cobertizos donde los masones guardaban sus herramientas, descansaban, se cobijaban y hacían sus recepciones Rituales según el Rito de los Antiguos Deberes.

Así, vincular al Logos esta colectividad generadora de crecimiento es simbólicamente bien llegada.

La Logia toma sentido pues por la palabra y su poder.

La palabra simboliza la afirmación creadora de la realidad haciéndola existir desde su estado potencial. Por tanto debe evocar consecuentemente a la idea o espíritu original reavivando en el masón una determinada forma mental. Con la Palabra, participamos consciente o inconscientemente del poder creador del Verbo, entendiendo este término como sinónimo de Logos o principio racional del Universo. Miembros y parte del Cosmos, aunque de infinitesimal magnitud, nuestra importancia es vital en la Obra conjunta. No hay pieza de un sofisticado mecanismo de precisión que deba despreciarse por su tamaño, pues todas ejercen su necesaria función e interactúan entre sí, generando tensiones y desequilibrios en nuestro mundo Objetivo cuando el funcionamiento de alguna de ellas es deficiente.

Es desde este ángulo de visión donde el francmasón valora la capital importancia acerca de su responsabilidad para tender hacia la perfección individual y de su encaje en el conjunto.

Consciente de la complejidad que entraña su misma individualidad como microcosmos en su propio interior, debemos afanarnos primero en hacer coherentes nuestras fuerzas internas. Es por ello que conocedores de nuestro objetivo, poseedores de unas potencialidades desconocidas por nosotros mismos en muchos casos, y practicantes de un método de crecimiento y mejora, asumimos gustosos y libremente la búsqueda del equilibrio y la armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno. Nuestra "conexión" con nuestros semejantes se efectúa por medio de la Palabra en su más amplio significado semántico. Me pregunto: ¿somos conscientes de su real valor, significado y poder?

Pensamiento, palabra y obra, conforman un ternario de un mismo Todo y naturaleza. Todo matiz negativo o uso inapropiado de alguno de éstos generará sin duda un desequilibrio en el conjunto de consecuencias seguras tarde o temprano.

La Palabra y su Uso debe ser para el Masón la representación en sí misma de su ser y naturaleza interna: esa manifestación fónica del citado Ternario que muestra inequívocamente su real estado evolutivo y su efectiva aportación a la Gran Obra Universal. Su adecuado uso le permitirá ya no sólo interactuar acertadamente con sus congéneres, sino ascender también a cotas mayores de perfección como medio conector con otros estados de consciencia.

No banalicemos su poder: la Palabra Crea o Destruye en función de antagónicas canalizaciones de una misma energía. Hagamos un buen uso de ella, congruente con pensamiento y acción, para que el resultado sea siempre lo más elevado posible.

Es pues en la Logia donde nace, crece y se ejercita colectivamente este Poder, manifestado tanto a nivel del Microcosmos Humano, como también representación del Cosmos, del Universo, todo ello sabiamente contenido y representado en nuestro Tapiz.

He dicho.

Joaquim Villalta, Vª Orden, Gr.·. 9 del Rito Moderno o Francés