Cada vez leo menos sobre la guerra civil. Será la edad. Me puse con un monográfico sobre la represión a los maestros que trabajaban en el valle del Tera durante la guerra y la postguerra. Terrible. Alcancé a conocer, además, a alguno de los depurados, el abuelo del Mi General, sin ir más lejos. Informes acusatorios de sacerdotes de los pueblos porque "el maestro no iba a misa" o porque "se asomaba al balcón fumando el día de la fiesta". Imagino que en cualquier caso es algo similar a la que debieron sufrir, durante los primeros meses de la guerra, los maestros católicos o derechistas en la zona republicana. No podemos entender la guerra sin tener en cuenta la violencia que, como un espejo, operaba en ambos bandos. Una guerra de niñatos, lo dijo Trapiello, cuya factura pagaron los padres y los hijos.
Un país del que avergonzarse.