Represiones y violaciones

Publicado el 10 septiembre 2013 por Tiburciosamsa


Estuve recientemente en la India y no tuve más que abrir la prensa local para darme cuenta de que tienen un problema muy serio con las agresiones sexuales. O eso, o que los periódicos indios son muy morbosos.
La edición del “The Times of India” del 3 de septiembre traía ya en su tercera página dos noticias al respecto. Una era que la policía había tomado declaración a cuatro menores que fueron raptadas y violadas por un psicópata en Govindpuri, en el sur de Delhi. La otra, que uno de los acusados en una violación en grupo que tuvo lugar en Nirbhaya, acusaba a la policía de haber dirigido a la víctima en cómo tenía que declarar. En la siguiente página venía el caso del amante de una madre soltera. Como el hijo de siete años de ella le molestaba y, además se quería vengar de que ella le pusiese cuernos con otros hombres, atrajo al niño a una parte retirada de un templo y le asesinó… evidentemente después de haberle sodomizado, que esto es la India. En la página siguiente venía la noticia del asesinato de una diseñadora por un noviete al que conoció por internet. La diseñadora se cogió un buen rebote cuando se enteró que el ejecutivo de éxito que se había ligado en realidad era un parado. El hombre se cogió un rebote por su rebote y la asfixió con la almohada. Una página más allá venía la noticia de que la policía de Delhi había atrapado a otro de los cinco hombres que violaron en grupo a una mujer de Delhi. Por cierto que para buscar a dos de los acusados no tuvieron que ir muy lejos: eran policías. Después de varias páginas más serenas que hablaban de la guerra en Siria y otras menudencias, llegué a la página doce: una niña de cuatro años fue raptada y violada en Mumbai. En la 13, una nota breve informaba de que en Hoshangabad una mujer fue violada por cuatro hombres que luego le prendieron fuego. Finalmente, en la página editorial, Bachi Karkaria, recordaba algo tan obvio como que la mujer violada es una víctima a la que no hay que señalar ni avergonzar si acusa a su violador (nota al respecto: alguien me comentó que se calcula que en la India sólo se denuncia el 3% de las violaciones).
Al día siguiente cogí para leer el “Hindustan Times”, que ya había tenido bastante con “The Times of India”. ¡Para qué! La portada ya traía una noticia: el 10 de septiembre se conocerá la sentencia de los responsables de la violación y asesinato de una joven de 23 años el pasado diciembre en Mumbai. Una mininoticia al margen de ésa informaba de que una chica de 19 años había denunciado a un gang acusado de haber violado a una periodista el 22 de agosto de que también la habían agredido a ella un mes antes. Y debajo de esa mininoticia, otra sobre una ex-azafata que había denunciado a un consultor de haberse estado aprovechando de ella durante bastante tiempo con la excusa de que le daría trabajo y se casaría con ella. Después de las noticias anteriores, ésta casi hasta me pareció simpática.
Di la vuelta a la página y mejor que no lo hubiera hecho. Toda la página segunda estaba dedicada al caso del juicio por la violación en grupo en Mumbai. Con dudosa oportunidad, abajo de la página había un recuadro que decía. “Tribunal Supremo: El testimonio de la víctima no puede tratarse como si fuera la verdad del evangelio.” Dos páginas más allá, una noticia venía a confirmar que los violadores en la India lo tienen más fácil que sus víctimas: “El tribunal absuelve a un hombre en un caso de violación después de que se case con la denunciante.” Sí, en los casos de violación, la ley india permite que el violador se vaya de rositas si se casa con la víctima. La página 6 continúa y termina la historia del juicio por la violación en grupo de Mumbai y la 7 refiere que una mujer de Delhi ha denunciado que un policía la violó. La página 9 retoma la historia de la chica de 19 años que denunció haber sido violada el pasado julio. Y ya en las cartas al director, una lectora advierte que la sentencia de 3 años a un menor que participó en la violación en grupo de diciembre en Mumbai es demasiado liviana y anima a otros menores a que lo imiten.
Al otro día desayuné leyendo un cómic y que les dieran a los periódicos.
En mi opinión, cuando un país tiene un problema tan serio con las violaciones, es que hay dos factores que se dan: una represión sexual muy fuerte y una minusvaloración de las mujeres.
Según me cuenta gente que vive en la India, en el país es más fácil levitar que tener sexo antes del matrimonio. Y para aquellos carentes de medios, el matrimonio es un artículo de lujo. Esto resulta interesante, porque para los británicos que llegaron a la India a finales del XVIII y en la primera mitad del siglo XIX, el país era el paraíso del sexo, un lugar donde uno le podía hacer una higa a la moral puritana. La cosa empezó a cambiar en la segunda mitad del siglo, cuando misioneros y altos funcionarios decidieron que los indios y los soldados británicos se estaban divirtiendo demasiado con las cosas de la entrepierna y empezaron a imponer una moral más estricta, que es la que ha imperado en la India hasta ahora. Y si los británicos no hubieran estado ahí para imponer sus códigos morales, habríamos tenido en todo caso al pesado de Gandhi, que hizo del celibato y de la sublimación de la sexualidad en aras del logro espiritual una de sus grandes causas y, ya se sabe, cuando Gandhi se ponía pesado…
Si no hay sexo antes del matrimonio, a menudo lo que viene después del matrimonio no es mucho mejor. La educación de los niños en la India es campo abonado para el complejo de Edipo. Los hombres crecen sintiendo que el sexo es algo vergonzoso y que, además, mina la fortaleza del varón. Para colmo un buen día se encuentran casados con una mujer que les han buscado y que tal vez no les pongan. Y la guinda: la mujer tiene un concepto del sexo tan pobre como el marido y ambos tiene que poner en práctica su pobre concepto en casas (y a veces en dormitorios) repletas de gente.
En cuanto a la estima que merecen las mujeres en la sociedad india, recuerdo una india que me dijo una vez: “Si en esta vida eres muy malo, en la próxima te reencarnarás en indio. Y si eres muy muy muy malo, en india.” En la India antigua, la mujer era considerada como una menor de edad que siempre tenía que estar tutelada por un varón: de niña, el padre; de adulta, el marido; de viuda, los hijos. La mujer, con independencia de su casta, tenía los mismos derechos que un sudra, que un miembro de la casta más baja. Los maridos podían ejercer de una cierta discreción sobre los bienes de sus esposas: podían venderlos en caso de necesidad e impedirles que los regalaran alegremente. En cuanto a la espiritualidad, muchos consideraban que lo mejor que podía hacer una mujer era ser muy devota a ver si tenía la suerte de reencarnase en hombre en la próxima vida, que eso es lo que mola para alcanzar la salvación.
Las Leyes de Manu tienen unos versos muy bonitos que dicen:
Siempre tenía que mostrarse contentay cumplir eficientemente sus tareas, con todos los cacharros de la casa bien limpiosy las cuentas de la casa muy claras.
(…)
Aunque sea grosero y aficionado a los placeres,Aunque no tenga ninguna buena cualidad,La mujer virtuosaSiempre tiene que adorar a su señor como si fuera un dios.”
Bonito, ¿verdad?
Eso era en la antigüedad, ¿y ahora? Si uno nace india, en lugar de indio, de alguna manera siente que ha decepcionado a sus padres. Una oración antigua de los vedas decía: “El nacimiento de una hija, concédelo en otra parte, aquí concede un hijo.” Los indios modernos siguen pensando lo mismo. Tener una hija en la India es una putada y una ruina: no contribuirá a la economía familiar y encima habrá que allegar recursos para pagar la dote para que alguien quiera casarse con ella. Realmente tener una hija es tal putada, que los abortos selectivos están bastante extendidos. Tanto que en la India en 2011 había 940 mujeres por cada 1.000 hombres. En el territorio de Daman y Diu la proporción es de 618 mujeres por cada 1.000 hombres. Ya me sé de un sitio donde la próxima generación se va a matar a pajas.
En resumen, que la mujer india promedio crece con una autoestima baja y dándose capones por no haber nacido varón.
Tal y como veo las cosas y con mi tradicional optimismo, creo que en mi próxima visita a la India, cuando vaya a desayunar directamente pediré que no me traigan la prensa del día, sino un cómic. Quiero empezar el día de buen humor.