Cristina Fernández de Kirchner ha nacionalizado el 51% de YPF que estaba en manos de Repsol a pesar de las advertencias del gobierno español, de Europa e incluso de Estados Unidos. Ha hecho oídos sordos a la advertencias y ha decidido, sin pensar, lo que le ha dado la gana.
Con este medida populista pretende ganarse el favor de un pueblo y distraerlo de los problemas reales que tiene el país y que únicamente son consecuencia de la ineptitud de sus gobernantes.
A los gobernantes argentinos se les olvida que viven en un mundo global y que una decisión de estas características tan sólo les va a traer problemas en el corto, medio y largo plazo.
Un país que vive de corralito en corralito no puede comportarse como una república bananera más. Un país como Argentina depende absolutamente de las inversiones privadas de otros países. Con medidas como la adoptada hoy está echando literalmente a todas las empresas extranjeras que han invertido o piensan invertir en el país ya que los próximos pueden ser ellos.
Nada bueno les espera a los argentinos si a esta decisión no se le da marcha atrás.
Hasta ahora, Repsol era el principal accionista de YPF con el 57,43% del capital . Por detrás, se situaba Grupo Petersen con el 25,46% y el 17,11% restante se encontraba repartido entre otros inversores.