¡Señor (o señora)! ¡Líbrame de la tontería! Es tan fácil, tan sencillo… soy tan vulnerable que me cuesta levantarme cada mañana sin ser completamente tonto del culo.
Sí. La estulticia nos persigue. Y como es simple el acceso a redes sociales y televisiones antisociales; como es gratis ser más tonto que nadie, la difusión de la ignorancia impregna el ambiente. Afectados de pura tontería, que no de sentido del humor o genuina incultura, los nuevos tontos son (o somos) los que escogen, por procesos ególatras o económicos, eliminar la verdad.
Insistimos desde hace tiempo: los humanos nos diferenciamos de otras especies por la capacidad para engañarnos a nosotros mismos. Cuando la mentira revienta el delicado dique de la conciencia, el engaño anega los campos de espíritus llanos. El caso de Repsol YPF, sin ir más lejos, tiene todos los elementos para inundar la lógica de un lado y otro del charco. Españoles defendiendo, como mandriles, a una multinacional que sólo vela por sus intereses, famosa por sus desmanes anti-ecológicos; y argentinos codiciosos ante la esperanza de sacar una buena pasta del fracking (alguien tiene que pagar la cirugía presidencial). ¿Un buen patriota se alegra por ayudar a una multinacional experta en evadir extraviar impuestos en paraísos fiscales, mientras los ciudadanos pagamos injustos por pecadores? ¿Alegra seguir el juego a un gobierno descerebrado y populista, a costa de la salud de una región? ¡Señor (o señora), líbrame de la tontería!
“El nacionalismo es algo intrínsecamente malo por dos motivos. Primero por creer que unas personas son, por su pertenencia a un grupo, mejores que otras. Segundo, porque cuando el problema es el otro, la solución implícita de este problema siempre será el otro.” Ryszard Kapuściński
1 – Lectura recomendada (hay tiranías MUY disimuladas).