MUCHOS TOREROS VIERON TRUNCADA SU CARRERA A CAUSA DE LA GUERRA CIVIL, OTROS ABANDONARON LOS RUEDOS POR LA POLITICAPor El ZubiCuando estalló la guerra civil Rafael Gómez El Gallo se encontraba en Madrid y anduvo por la ciudad cerca de mes y medio sin darse cuenta del conflicto que acababa de estallar en su país. Su sobrino José Ignacio Sánchez Mejías contaba años después de la muerte de El Gallo, que su tío Rafael se enteró de la guerra de España seis semanas después de que esta comenzase. El 18 de julio le sorprendió en la pensión de la Carrera de San Jerónimo donde siempre se hospedaba, regentada por Serrano su mozo de estoques, que conociéndolo no le dijo nada de la guerra y le comentó al principio que había en Madrid una huelga con manifestaciones obreras, que incluso había tiros por las calles, razón por la cual El Gallo decidió meterse en la cama (su máxima afición) de donde tan sólo se levantó algún tiempo después en vista de que persistía el paro revolucionario. Su falta de voluntad no tenía medida, y así, a la espera de que se arreglaran los conflictos, aguantó recogido y acostado en su modesta casa de huéspedes los últimos calores del verano. El 30 de agosto los miembros de su cuadrilla fueron a por él a la pensión para que actuara en Las Ventas en un Festival Benéfico para las Milicias de la República. Al bajar a la calle y pisar la acera le dijo a uno de sus banderilleros: “Oye niño, ¿qu’es lo que pasa hoy aquí que hay tanto sordao en la calle?”... No se había enterado de nada de lo que estaba ocurriendo en España. En Madrid pasó el trienio del conflicto lejos de Sevilla y de su familia (sus hermanas y sus sobrinos), por suerte nadie se metió con él porque era respetado y querido en ambos bandos. Toreó tres veces en estos tres años dentro de la zona republicana, y a la postre serían sus últimas actuaciones vestido de luces. Durante su largo cautiverio en la capital vivió condenado a la soledad, paliada sólo en ocasiones por la amistad de los “Caracoles” (padre e hijo) que iban a menudo a visitarlo. En abril de 1939 pudo regresar por fin a Sevilla, donde tras ser recibido con los brazos abiertos, pudo rehacer su vida, pero ya lejos de los ruedos.
JUANITA CRUZDistinta suerte corrió la madrileñaJuanita Cruzque se encontraba en la cima de su carrera en España, a punto de tomar la alternativa como matadora de toros.Al comenzar la Guerra Civil y ante tantos problemas políticos Juanita se marcha a Venezuela buscando aires mas tranquilos. Allí siguió cosechando grandes y numerosos triunfos. Pasó a Colombia y Perú. Le llovían los contratos. Era tal su éxito que cobraba el 30 % de la entrada bruta en taquillas. Fíjense que nivel profesional y consideración tenía que el 13 de marzo de 1938 el empresario de la Plaza de Caracas pretendía formar cartel con un mano a mano entre Domingo Ortega y Juanita Cruz. Domingo Ortega se tomó la oferta a broma y el empresario le dijo: “Pues siento mucho que no quieras torear con ella, pero a mí la que me interesa que toree es Juanita Cruz más que tú”. Aquel día Juanita cortó 3 orejas y se convirtió en un auténtico ídolo de la afición hispanoamericana.De ahí pasó a conquistar México, donde iba a encontrar los mismos prejuicios y zancadillas que había encontrado años antes en España, pero venció todos estos inconvenientes llegándosele a llamar con los sobrenombres de: “El Veneno de Pardiñas”, “La Reina del Toreo” y “JuanitaTerremoto”. Tomó la alternativa en la Plaza de Fresnillo en Zacatecas, el Domingo de Resurrección, un 17 de marzo de 1940, de la mano del torero mexicano Heriberto García, con ganado de Cerro Viejo. Aquel histórico día cortó cuatro orejas a sus enemigos.En 1940 intentó volver a España, apenas acabada la guerra, pero ya pesaba aquí la prohibición del toreo para las mujeres, y no sólo eso, sino que se estableció una censura en todos los medios de comunicación para que no se hablara ni comentara nada que se refiriera a los éxitos de Juanita Cruz en América. Al parecer el sindicato de los toreros de España corrió la voz de que Juanita era “roja”, con lo que le echaron una losa de mármol sobre su nombre en su país para siempre. Por tanto Juanita se quedó en América hasta 1946, aunque antes estuvo en Francia una temporada donde toreó sus últimas corridas. El 9 de diciembre de 1948 se casó con su apoderado Rafael García Antón en Madrid. En la década de los 60 volvió a su Madrid natal y nunca faltó a ninguna de las corridas de la feria de San Isidro, donde junto a su marido tenían sus abonos. Murió durante la Feria de San Isidro de 1981, el 18 de mayo. Su tumba, en el cementerio de La Almudena, es un mausoleo dedicado a ella obra del escultor Luis Sanguino y se ve a Juanita a tamaño natural brindando con la mano derecha y la muleta a la izquierda. En el pedestal lleva la siguiente inscripción: “A pesar del daño que me hicieron en mi patria... los responsables de la mediocridad del toreo de 1940 a 1950, brindo por España”.