Algunas cosas que he aprendido del cáncer en estas 29 semanas de quimioterapia
“Res tornará a ser igual…”, dice la canción. Ya han pasado 29 semanas. Cuando estás en un tratamiento de quimio es muy fácil no perder la cuenta del tiempo que pasa, porque de repente entra en tu vida el concepto de “ciclo” (que corresponde a 3 semanas de tratamiento), pues 9 ciclos de 3 semanas, más 2 semanas esperando el tratamiento nuevo porque el primero no funcionaba, hacen 29 semanas. Sin contar que en cada visita me llevo un papel que me recuerda que ya voy por el ciclo “tal” y que si no surgen imprevistos, ¡hasta el próximo ciclo!
A veces pienso en lo que he hecho en estas 29 semanas, y me doy cuenta de que, si alguien piensa que lo único que haces cuando estás enfermo es cuidarte, ¡se equivoca!
En estas 29 semanas mi vida se ha cruzado con la de muchos enfermos que quieren vivir porque saben que es un regalo por el cual merece la pena luchar, aunque luchar signifique aprender a convivir con la enfermedad, con el dolor o con ciertas limitaciones que te acompañarán el resto de tu vida, y ante las cuales no te puedes permitir el lujo de quejarte porque en este caso ni cura ni alivia.
He descubierto que lo que más cura no es la capacitabina (así se llama mi quimio) sino el estar rodeada (fisicamente y virtualmente) de gente que contagia vida (porque con sus gestos y con sus palabras, sanan). Y aquí van muchos nombres de Misioneras de Nazaret, amigos, familiares, compañeros de trabajo, alumnos, enfermeros, médicos…
He aprendido del Personal Sanitario del hospital Vall' d' Hebrón que se encarga de hacer que “me siente como en casa”, que un buen profesional no es aquel que sabe mucho, sino aquel que, además de saber, también siente y es capaz de reconocer cuando necesitas información detallada o cuando, simplemente, necesitas oír que “vamos a por todas”. Recuerdo la poca gracia que me hizo el primer día escuchar que “el hospital sería como mi casa”. Pero también recuerdo con cuanta atención se me atendió. Y con cuanta paciencia y dedicación en cada cita la doctora escucha mis preguntas, achaques y preocupaciones. Porque un buen profesional, sea del tipo que sea, quizá despierte tu confianza por lo que sabe, pero solo se la gana por lo que es.
Y, por supuesto, en estas 29 semanas he conocido a personas maravillosas y he descubierto cosas maravillosas en personas que ya conocía. Eso porque, cuando estás enfermo y no sabes quién se irá antes, si tú o tu enfermedad, entras en una especie de “modalidad cuenta atrás”, que te lleva a percibir todo lo que te rodea con una luz diferente. A despertarte cada día y agradecer que vuelves a tener otras 24 horas para encontrarte con Dios en la tierra.
Pues, ¿sabéis qué? Pobres los que viven la vida con agobio, malhumor, quejas, negativismo o enfados…¡porque no saben lo que se están perdiendo!