detrás de las efemérides hay siempre un gota de sangre de pato, anochece en el azucarero, coltrane sopla body and soul, huele a comida de perro turco, pero mañana estamos a salvo del cáncer, lo dejamos el cáncer como quien abandona una costumbre ya inconveniente, se pueden hacer estas cosas porque el alma está reciamente educada, es capaz de causarse gran dolor y luego arrojar una sonrisa con gran masa orquestal, las apariencias son las que importan, puede estar roto el cuerpo, pero hay un resorte por ahí adentro que hace funcionar la sonrisa, incluso relaja todos los músculos de la cara, los manipula, es la cara proyectada, mi amigo el pato reconoce que ha estado demasiado tiempo pendiente de sus gestos, quizá convendría recusarlo, impedir que vuelva a tener la preeminencia antigua, decirle bien a las claras que el tiempo de los patos ha pasado, se borrará toda huella del paso del pato por el mundo, se hará como si nunca hubiese habido patos, detrás de los patos, a poco que nos descuidemos, vendrán los gorilas o vendrá el grito de los hombres con barba blanca, vendrá todo lo suficientemente visto, vendrá con todas las sílabas enfurecidas, una sílaba enfurecida puede soportar grandes presiones bursátiles, un hombre desfallecido puede controlar el ritmo del corazón de la tierra, en cuanto me desdiga salgo y declaro mi amor por las mariposas, nabokov escribía lolita cuando la mariposa le visitó y le contó el secreto del cosmos, está ahí, el secreto del cosmos, embutido, encriptado, alojado en una línea de humbert humbert, antes de recorrer la américa profunda, oliendo tabaco rancio de habitación de motel, arrullándose de noche con un johnny cash ya muy cascado, entonando el salmo verdadero, expresando el dolor del alma, el roto visible, uno no puede confiar en johnny cash, habrá uno para cada momento de la vida, hay una canción del maestro preparada para cualquier tormento del alma, no las improvisa, están pensadas, una para el desaliento, cash, toca, te estamos esperando, otra para el desapego, no hay cosa más terrible que no poseer un suelo en el que tumbarse, un cielo al que encomendarse, una biblia en el cajón de la mesita de noche, la biblia, los condones, el revólver, nunca tuve un revólver, de haber sido un pato psicodélico habría tenido uno a mano, salir a la calle vestido de pato, el cowboy pato, no se puede ir de pato por la vida sin un revólver, pero la culpa no la tiene la huidiza visión del mundo, la tiene chandler, la tiene de verdad, no se puede leer a chandler sin caer en estos deslices narrativos, nos comemos el mundo después de leer una novela de chandler, estamos intentado volver a leer poesía renacentista, pero la huella perdura, el dolor perdura, somos lo que leemos, invariablemente somos todo lo que nos metemos, en ocasiones son párrafos enteros de violencia sin limar, pura, como un puñetazo en la boca nada más despertarte, sientes el puño romperte todos los dientes, luego no puedes hablar sin que se aprecie el destrozo, estás toda la vida con la boca a medio hacer, el pato tiene una vida tristísima, no se puede enmendar, debajo de la sangre de pato hay un par de multiplicaciones, todo empezó ahí, por la mañana, cuando rompió el día, pensé en esa frase y me prometí que al volver a casa la agarraría bien y la exprimiría, lo hago a conciencia, no me dejo nada dentro, lo mejor es no dejarse nada dentro, escribir atropelladamente, sin pensar mucho, cuando uno piensa tampoco va muy lejos, es mejor entonces este vértigo y esta fiebre, el pato, el gran pato avanzando por el escenario, elton john cantando saturday night's alright for fighting a las nueve cuarenta y cuatro, esta mañana abrí con el conejo y ahora cierro con el pato, no tengo nada más que decir por hoy, hay un dron encima de mi casa