¿Alcanzaría la “expropiación” de Ciccone para despegar al gobierno de una inminente citación de Boudou a declaración indagatoria? En lugar de contenerla, todo indicaría que la precipita. Es probable que el propio Boudou incluso esté consensuando su salida. Según el periodista de Clarín que sigue el asunto, Vanderbroele ha sido “el nexo entre el gobierno y la familia Ciccone, que continúan siendo accionistas minoritarios” (8/8). Se convertirían en el taparrabos legal afectado por la expropiación.
El preámbulo de la caída de Boudou se completa con los trascendidos de otra caída en desgracia -la de Guillermo Moreno, en medio del fracaso evidente de los controles de precios o cambiarios.
Para el gobierno, la intervención de Ciccone es un acto de “soberanía monetaria”. Ya es muy tarde para este reconocimiento; la historia del nacionalismo argentino, por otra parte, se ha caracterizado por el recurso de la estatización para encubrir los fraudes. La oligarquía primero, y la burguesía luego, nunca han pagado las consecuencias financieras de las crisis. El monopolio estatal de la impresión de billetes no es una salida para la inflación, como lo pretendió el presidente del Banco Central de Alemania en la hiper de 1923, y lo pretenden ahora los pichones y no tan pichones del kirchnerismo.
El gobierno aspiraba a que la expropiación obtuviera una votación mayoritaria en el Congreso, en vistas de que el radicalismo había anticipado su apoyo. Pero en las últimas horas, ese aval se habría revertido. El gobierno marcharía a una votación solitaria que, en el caso del Senado, podría convertirse en un juicio político no declarado contra su presidente.
El arbitraje oficial ya se había extremado frente al derrumbe petrolero o ferroviario, con estatizaciones de carácter parcial. Esas intervenciones han rescatado, invariablemente, a ciertas camarillas capitalistas a costa del dinero fiscal. Pero, en este caso, la ‘estatización’ es simplemente el rescate de la propia camarilla de gobierno, en medio de una crisis de gabinete en puertas y cuando crujen los monumentales desequilibrios del ´modelo´. Por sobre todas las cosas, la crisis por arriba marcha al galope.
Marcelo Ramal