Lucas 6:36; 11:13; 1 Juan 3:1. Una frase común en el ámbito teológico, expresa: “La doctrina más tierna de la Escritura es la doctrina de la paternidad divina”. El carácter de Dios como padre va guiado por el más tierno amor, la sabiduría más grande y su gran benevolencia. Que seguridad viene a nuestras vidas al saber que tenemos un Padre en los cielos que cuida de nosotros todo el tiempo de nuestra existencia. Él es el modelo perfecto de padre, al cual todo padre en este mundodebería tratar de imitar a pesar de las imperfecciones humanas.
Tristemente, el mundo en que vivimos está tan lejos de Dios y sus propósitos. No se le imita como Padre, más bien aumenta cada día el número de padres que no están cumpliendo su papel responsablemente. Por tal razón, es necesario imitar al Padre Celestial para ser padres responsables. Para comenzar a dar pasos en esta dirección, podemos imitar dos de sus grandes atributos:
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Imitando el amor de Dios.
Dentro de las muchas maneras en que Dios nos muestra su amor, hay tres que son claves al manifestar el amor a nuestros hijos:
Enseñando (Dt.4:5-9; Neh.9:19-20). La enseñanza de Dios a sus hijos fue, y aún sigue siendo, no para inflar las cabezas de conocimiento, sino para mostrar el camino de justicia, rectitud y santidad, por el cual debemos andar para que nos vaya bien en este mundo. Nos preguntamos: ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos con palabras y con nuestro ejemplo? Lamentablemente, existen padres que enseñan a sus hijos el mal camino para que sean “hombres de verdad”. Palabras obscenas, conceptos errados sobre el sexo, y otros tantos criterios malsanos. Afortunadamente, no todos los padres practican tales cosas, sino que muchos han encontrado en la Palabra de Dios los principios para guiar a sus hijos por el buen camino.
Corrigiendo. Aunque Dios enseñó con toda claridad a su pueblo el camino recto, muchísimas veces se apartaron del mismo, siguiendo caminos de desobediencia. Entonces el Señor en su inmenso amor en lugar de destruirlos, buscaba la manera de corregirlos para hacerlos regresar(2Ry.17:13; Jr.3:12-13). Luchar por corregir el mal camino de nuestros hijos, como Dios hacía con su pueblo, es una de las más grandes demostraciones de amor que podemos darle. Seguramente te sientes agradecido a las personas que te corrigieron en el camino de la vida, para que hoy seas alguien de bien.
Proveyendo. Dios fue el gran proveedor de su pueblo en todos los momentos, y de manera especial podemos verlo en momentos de crisis. Algunos padres creen que ya han cumplido toda su responsabilidad porque proveen alimento, ropa y otras cosas materiales. Todos sabemos que esto no es todo lo que necesita un hijo de parte de su padre. Ahora bien, aunque no es todo, si es una responsabilidad especialmente del padre proveer para sus hijos el sustento diario (1Ti.5:8)
Podemos resumir el amor de Dios como Padre con las palabras de Romanos 5:8. Dios mostró su amor, para adoptarnos como sus hijos,entregando lo mejor y más grande que tenía: A su hijo Jesucristo.
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Imitando la santidad de Dios.
También la relación de Dios con sus hijos está basada en su carácter santo, puro y recto. De la misma manera la proyección de los padres en el hogar con sus esposas e hijos debe ser en todo momento con toda la pureza que caracteriza a un hijo de Dios. Por lo tanto, todo padre cristiano debe luchar contra los enemigos de la pureza familiar. Alguno de los más peligrosos son los siguientes:
El divorcio. Los índices de divorcio son cada día más altos en todo el mundo. La gente toma a la ligera la unión matrimonial. Recordamos que el matrimonio en el plan de Dios es hasta que la muerte los separe. Este flagelo social causa muchos daños a los hijos.
El adulterio. Uno de los pecados que más se menciona tanto en toda la Biblia es precisamente “el adulterio”(Ex.20:14; Lv.20:10; Gá.5:19,21). Alguien describió este pecado como “un desprecio de lo sagrado”, porque pisotea tres cosas: (1) El compromiso hecho delante de Dios y de los hombres de ser fiel a la esposa por siempre. (2) La confianza en el cónyuge. (3) La santidad del matrimonio. Lo cual nos recuerda el texto que dice: “honroso es en todo el matrimonio y el lecho sin mancillas”. La realidad es que quienes han practicado tal pecado han sufrido amargas consecuencias. Aunque Dios los ha perdonado por su arrepentimiento, siempre les queda un mal sabor por haber hecho fallado de esa manera (Pr.6:32-33).
Por todo lo anterior: ¡SEAMOS PADRES RESPONSABLES COMO NUESTRO PADRE CELESTIAL!
Finalmente, queremos decir que nos complace muchísimo poner a vuestra disposición un conocimiento AUTÉNTICO que le ayude a caminar sabiamente por los intrincados caminos de la vida.